¡Ay qué lindo, una carta y manuscrita! Se me escapó el comentario, en voz alta, junto con la exhalación de un suspiro delante del actual ex de mi amiga, quien me miró entre incrédulo y burlón y me dijo: ¿para qué querés una carta si tenés los e-mails? Como si ambos, para una mujer enamorada, resistiesen siquiera la comparación. Así que ahí nomás nos trenzamos en una dialéctica que hubiera seguido hasta el final de los tiempos de no mediar la impaciencia de la novia de él, o sea: mi amiga.
Con sello de Mujer
Ser fiel o no ser fiel, that is the question
De los hombres sospechamos que son infieles, tardan un poco más o un poco menos, pero en gran parte de los casos han engañado a sus mujeres. No es una generalidad, vamos a hacer un salvataje de quienes sí nos son honestos, pero, lamentablemente, son los menos.
Pequeñas grandes cosas que nos cambian el humor
En el transcurso del día, nos suelen ocurrir pequeñas grandes cosas que nos hacen cambiar de humor.
Podemos comenzar la mañana con el pie izquierdo porque el reloj se paró y no sonó el despertador, por lo tanto tenemos que levantarnos a los saltos y meternos en la ducha, allí nos damos cuenta que el agua sale fría porque el calefón no funcionó bien durante la noche, nos bañamos como podemos y salimos corriendo para no llegar tan tarde al trabajo. Para rematar, perdemos el colectivo y el siguiente demora en llegar.
Iujuuuu, Iupi, guau: vacaciones, viva, hurra pero: vacaciones ¿para quién?
Cuando tenemos vacaciones en el trabajo después de semejante explosión de alegría, prontamente nos desilusionamos al no poder irnos a ningún lado, entonces retóricamente nos repreguntamos: vacaciones ¿para quién? Comprendemos entonces, lo que verdaderamente significarán las vacaciones en nuestra casa: un poco más de tiempo con nuestra mascota en la cama y nada más, ya que nuestros hijos van a exprimirnos a más no poder.