La inteligencia emocional es la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los otros. A su vez permite tolerar presiones y frustraciones e incrementar nuestra capacidad de empatía y habilidades sociales.
La IE está conformada por la Inteligencia Intrapersonal e Interpersonal. La primera es la vuelta hacia el interior, la capacidad de formar un modelo realista de uno mismo y ser capaz de usar ese modelo para operar eficazmente en la vida. La clave del autoconocimiento incluye el acceso a los propios sentimientos, a la capacidad de distinguirlos y recurrir a ellos para guiar la conducta, así como también es el conocimiento de nuestra personalidad, de cómo pensamos y actuamos frente a los estímulos de la vida cotidiana. Y la Inteligencia Interpersonal es tener capacidad para el liderazgo, cultivar relaciones, resolver conflictos, destreza social, comprender a los demás, responder adecuadamente al humor, motivaciones y deseos de los demás.
Para desarrollar la IE hay que observar modelos adecuados que podamos imitar, ampliar la red social y cultivar las amistades, que nos permitirán incrementar las habilidades sociales. Integrar grupos sobre alguna actividad que nos guste, por ejemplo, teatro, grupo deportivo, debates etc. También darnos cuenta qué nos decimos negativamente a nosotros mismos para poder contestar a esos mensajes de una manera positiva.
Es importante desarrollar distintas habilidades que nos den confianza. Aportar alguna capacidad propia a un trabajo grupal. Estar en el aquí y ahora, vivir el presente. Enfocarnos en las tareas y que nuestros pensamientos negativos no nos distraigan de nuestros objetivos. Establecer metas cortas y concretas de fácil alcance. Autoevaluar nuestras conductas y modificar aquellas que no nos son útiles.
Describir cualidades positivas de una misma permite incrementar la autoestima. Trae muchos beneficios, como adquirir recursos para automotivarse, persistir frente a las decepciones, aprender a controlar el impulso, regular el sentido del humor, evitar que los problemas disminuyan la capacidad de pensar y mostrar empatía. Todo esto lleva a mejorar notablemente la calidad de vida. Es necesario desarrollar la IE para prevenir enfermedades, adicciones, depresiones, ansiedad, fobias, agresividad, falta de sentido de vida y baja autoestima.
Una persona puede ser muy inteligente y eficiente en un área de su vida pero sin embargo manejar muy mal otros aspectos. Quien tiene desarrollada su IE es alguien sana, equilibrada, con armonía en varios órdenes de su vida, porque aprender a manejar las emociones ayuda a tomar decisiones asertivas en momentos oportunos.
Los resultados se observan en varias áreas de la persona, por ejemplo en el trabajo nos permite tolerar las presiones, tener automotivación, confianza en una misma, mejorar las relaciones con nuestro jefe, nuestros pares y subordinados. En el área pareja, nos ayuda a comunicarnos adecuadamente, comprender al otro, darnos cuenta de lo que siente y lo que necesita y también poder pedir adecuadamente lo que una necesita. En la familia, mejorar la relación y la comunicación con nuestros hijos, esposo y padres, lograr intimidad y un adecuado intercambio de caricias. En el tiempo libre, nos ayuda a poder disfrutar, conectarnos con el placer, la alegría, hacernos amigos y sostener la amistad a lo largo de la vida.
En cuanto a la edad, lo ideal es que desde niñas ya empecemos a desarrollar estas habilidades con la ayuda de nuestra familia y del colegio. Sería ideal que en las escuelas haya gente especializada en enseñar recursos para que logremos nuestros objetivos y que nos ayuden a vivir de una manera positiva.
Todos pueden desarrollar la IE y, en cualquier etapa de la vida. Cuando nacemos traemos recursos y potencialidades que por diversos motivos a veces no sabemos que los tenemos o no sabemos cómo utilizarlos. Por suerte hoy contamos con una gran cantidad de técnicas innovadoras de fácil aplicación y aprendizaje que permiten el perfeccionamiento de la inteligencia emocional.