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Sáb, Abr

El primer baño: invocación de la vida intrauterina

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El primer baño del bebé suele estar cargadísimo de expectativa y preparativos que sobrepasan, en algunas ocasiones, a la necesidad real.

 

El primer baño es como volver a visitar aquella casa que alguna vez habitamos y en la que hemos sido muy felices. Una experiencia breve y placentera, embebida de emotividad y melancolía pero, a la vez, una experiencia que nos vuelve al presente con la satisfacción de las vivencias actuales.

En la lista de elementos para el baño del bebé tal vez estaban la bañaderita, el jabón neutro, el shampoo antilágrimas, el soporte reductor para apoyar al bebé o, en su defecto, el colchoncito flotador, el minúsculo toallón de bebés con capucha, el termómetro para el agua y alguna esponja.

El primer baño del bebé es un programa, no una necesidad, por lo que tenemos que ser prácticas y estar despojadas del listado anterior.

Lo mejor es usar superficies chicas. Los catres de baño suelen tener un diseño un tanto incómodo para espacios reducidos pero muy práctico para el acompañamiento corporal del adulto hacia el bebé. La mamá, o quien esté sosteniéndolo, puede tenerlo casi abrazado dentro del agua, de manera que el bebé sienta en todo su cuerpito un contacto que le brinda confianza.

Al salir del agua, es conveniente abrazarlo inmediatamente y no sostenerlo en el aire, hasta envolverlo con una toalla.

Todo tiene su momento más adecuado. No se baña a un bebé con hambre, sueño o apuro. Es un espacio hermoso para disfrutar.