Por lo general, recurrimos a los masajes corporales para relajarnos y descontracturarnos, y no le damos a nuestro rostro la importancia que necesita, a pesar de ser nuestra carta de presentación. Para lucir un cutis espléndido, no debemos olvidarnos de él a la hora de elegir una sesión de masajes.
El masaje facial es ideal, y más después de una intensa jornada laboral, ya que es un medio para quitarnos el estrés y para relajar los músculos. No obstante, no sólo hay que tomarlo para este fin, también funciona para darle tonicidad y mantener la elasticidad de la piel y músculos, evitando que asomen las arrugas y líneas de expresión; para mejorar los contornos de los labios; como desintoxicante y oxigenante de los tejidos; para regenerar las células; acrecentar la circulación sanguínea y nutrir la piel. Además es muy bueno para el acné, las manchas, las ojeras y demás imperfecciones de la zona.
Se lo utiliza para tratamientos anti-age debido a que acelera la acción de los cosméticos y deja sensación de serenidad.
Gracias a todo esto, el contorno de tu rostro se redefine, rejuvenece y te hace sentir radiante.
Para casos de migraña y congestión, tensión ocular y de cuello, también es una buena opción para mermar el malestar.
Antes de comenzar con el masaje el cutis debe estar completamente limpio, luego se agregan cremas o aceites para masajear mejor la zona. Los movimientos son ascendentes, suaves pero bien firmes y no hay que olvidarse del cuello y del cuero cabelludo. También se efectúan pequeños golpecitos con la yema de los dedos combinados con pellizcos suaves. Las cremas o lociones se aplican en el centro y se distribuyen hacia fuera, pasando por todo el rostro, cuello y escote. El tiempo aproximado es de 20 minutos.
Este agasajo a tu rostro no puede faltar si querés que tu piel esté siempre joven, hidratada, con luminosidad y descansada. Para sentirte vos también renovada.