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Vie, Abr

Plan B, ¿ineludible o prescindible?

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Hay personas que se ahogan en un vaso de agua cuando su proyecto inicial (laboral o personal) se desmorona, mientras que otras son flexibles y propensas a generar un plan B de rescate. Quienes siguen su plan original a rajatabla, muchas veces se encuentran con problemas que no contemplaron y eso puede hacerlos abandonar la meta. Pero aquellos que dejan de preocuparse por el conflicto para ocuparse de las soluciones son los que sortean las malas circunstancias y ponen sus herramientas en juego para salir adelante. ¿Se puede adquirir una nueva visión para crear un plan B? ¿Existen personalidades que buscan con más facilidad esta nueva alternativa? ¿Para llevarlo a cabo hay que tener el control o dejarse llevar?  

 

El plan B funciona como respaldo del A, puede estar diseñado antes de la posible caída del primero, o luego, con las características que prevén un funcionamiento eficaz. A partir de la experiencia adquirida en la falla del primer plan y, desde un nuevo punto de vista, se lo puede convertir en un plan mejorado. Si es necesario o no tener un plan B dependerá del juicio y la confianza que tengamos en el futuro.

Por otro lado, el plan B pretende construir una cierta previsibilidad a medida que avanzamos. Por eso, las personas que posean esta característica estarán siendo precavidas, y contarán con esta posible carta de resguardo. De este modo, este segundo plan surge por la necesidad de otra alternativa viable. Si el  principal falla, o no se puede aplicar por algún motivo, tendremos la posibilidad de aplicar otro, sin que  afecte demasiado nuestro devenir.

Podemos afirmar que la necesidad de un plan B se hace más grande cuando aumenta la importancia de llegar a buen término con nuestros resultados. Así que no es lo mismo coordinar acciones mediante un plan en un ámbito de nuestras vidas, que en otro.

Tengo el control

Diseñar un plan B funciona para tener seguridad y para comprometernos con resultados efectivos. Por eso, siempre da cierta ilusión de tranquilidad o control, cuando el plan A falla. Decimos ilusión ya que nadie nos puede garantizar que el plan B realmente cumpla el objetivo propuesto con un resultado positivo. Nadie sabe que un plan falla hasta que esto se produce.

¿Qué tipo de personalidades son propensas a tener un plan B? Podríamos hablar de personalidades o personas inseguras, previsoras, responsables, líderes, o combinación de ellas. De las conversaciones internas que tengan estas personas, ajustadas con sus compromisos (responsabilidad, resultados, efectividad, imagen, etc.,) se desprenderán los distintos planes alternativos. 

Por otro lado, si creemos que las amenazas que pueden hacer fallar nuestro plan principal son más grandes que nuestros recursos, o no nos sentimos seguros, puede ser beneficioso tener un plan B que nos garantice poder seguir buscando buenos resultados.

Mitos y verdades sobre el plan B

-Quien toma un plan B renuncia a su deseo y se conforma con una alternativa menos favorable.

Falso. El plan B sirve para cumplir con el mismo fin, a través de otros medios.

-Cuando es imprescindible obtener resultados acordes con nuestras expectativas se torna necesario tener un plan B.

Verdadero. El plan B sirve para posibilitar el logro de un resultado efectivo, que no se pudo obtener con un plan anterior.

-El plan B y la frase “es lo que hay” apuntan a la resignación.

Falso. El plan B no es una opción conformista ni simplista. Por el contrario, es una visión real de las circunstancias, las herramientas que poseo y el trayecto que tendré que transitar hacia la meta.

-El plan B puede presentar pocos cambios o un rediseño total del plan A.

Verdadero. Algunas veces el plan B solo es el plan A con determinado maquillaje, pero otras veces necesita un replanteo general, e incluso, contar con los anticuerpos necesarios para no sufrir las fallas del plan inicial.

-No se puede carecer de un plan B.

Falso. Si confiamos en nuestra capacidad de respuesta a la adversidad y el tema lo permite, podremos vivir sin plan B. Esto dependerá de la confianza en nosotros mismos o del equipo del que formemos parte.