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Lun, Abr

Mujeres de 60: aventuras y desventuras de gente grande

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 "Mujeres de 60": una mirada retadora a la vejez y sus consecuencias.

La obra de teatro Mujeres de 60 muestra varias situaciones vividas por féminas mayores, así como sus esfuerzos por hacerle frente a la vejez, las obligaciones y la satisfacción personal.

 

En estos tiempos cibernéticos, cuando el endiosamiento de la juventud y el culto a la belleza corporal están en pleno auge, la obra Mujeres de 60, de Hilda Levy, con adaptación teatral y actuación de Liliana Pécora, se atreve a ponerle voz, gestos, forma y mucho humor a lo que todos murmuran y a muchos aqueja: el miedo a envejecer. Una sola actriz para muchos personajes propone una vuelta de tuerca al irremediable paso del tiempo.

Mujeres de 60: sinopsis

Cuatro años llevan en cartel las aventuras y desventuras del personaje principal de la puesta, Viviana, una sexagenaria a la que su hija le organiza un “té de lluvia”, que significa la bienvenida al estado de suegra. Porque, a punto de casarse, a su suegra ya se lo hicieron en su country y su mamá no podía ser menos.

La fiesta se hace en un “pelotero”, y con esa excusa desfilan los afectos más queridos. Mujeres cuyas edades van entre 25 y 85, y quienes despliegan un pantallazo de los años vividos y las asignaturas pendientes, mezclados con amor, seducción y otra renegociación de la vida, incluyendo la letra chica, que nunca se lee en los contratos.

Liliana Pécora y sus múltiples roles

Liliana Pécora le pone piel, cuerpo y alma a un espectro de personajes transculturales que van de generación en generación: desde madres octogenarias, hijas finas amargadas y conchetas superadas de 30, hasta amigas de su edad.

Mujeres de nivel, de alto poder adquisitivo, y féminas deprimidas. Una de ellas es la mucama misionera que mezcla castellano y guaraní; otra, la mujer del supermercado chino, que hace que el público se muera de la risa con su ductilidad, sus cambios de voz y movimientos, y su estilo “chaplinesco”.

Con una adaptabilidad increíble para salir de un personaje y entrar en otro en segundos, y una gran plasticidad para el baile y la mímica, Pécora muestra la vida de una mujer de 60 años que recibe la notificación oficial de que es jubilada.

Eso, al tiempo que se siente tironeada por las exigencias de la vida cotidiana: demandas de la madre, las hijas, el suegro en el geriátrico, así como de su vida sentimental, a la que no se resigna a abandonar.

Personajes en Mujeres de 60

La galería de personajes tiene a uno muy rico que es la hermana de la protagonista y la primera en mostrar su asignatura pendiente: aprender a bailar clásico a los 60. Y su regalo a la homenajeada es su versión del “pato en el charco”, una parodia del Lago de los Cisnes. El flamenco y el cante hondo dicen presentes como otra forma de hacer las paces con las ganas de hacer algo que había quedado en el tintero.

El personaje de la amiga depresiva da un giro notable a su depresión cuando no ahorra detalles para describir sus visitas al consultorio ginecológico. Perfilando el final, la hija más chica que se casa de apuro, coincide con la otra hermana, la conservadora, en que ambas están embarazadas y deciden contárselo a la madre. En un aparte de la fiesta le dicen: “Mamá, tenemos algo que decirte: estamos embarazadas. Vas a ser abuela otra vez… ¿Estás contenta?”.

A todo esto, la muchacha paraguaya también tiene algo que decirle a la recientemente notificada abuela. A los 47 años, ella también está embarazada. Y muy segura de que su patrona cuidará bien del gurisito mientras ella sigue haciendo, como siempre, los quehaceres domésticos.

Juventud acumulada en Mujeres de 60

Soponcio incluido, Viviana repasa los años de juventud acumulada, que es así como llama a su edad, y la relación con el espejo, cuando dice: “Espejito, espejito, ¿quién es la más bonita?”. Y acto seguido, enérgica, enfatiza: “Shhhh, cállate”.

Así refleja las asignaturas pendientes y la libertad de elegir con qué actitud se baila la vida, mientras ésta y los años se dedican a pasar. La sala con localidades agotadas y un público emocionado que ovaciona de pie, recomiendan la obra Mujeres de 60 para llorar… pero de risa y a mandíbula batiente.

Podés ver la obra en el Teatro La Comedia: Rodriguez Peña 1062, los sábados a las 21 horas.