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Dom, Abr

El mito de la llegada

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El mito de la llegada hace referencia a dos situaciones diferentes pero que se relacionan con el logro de metas u objetivos. La primera, a la sensación que tienen algunas personas que quieren lograr algo, que hacen todos los esfuerzos para ello y finalmente cuando lo consiguen sienten un gran vacío. La segunda, expresa otra mirada sobre el mismo mito: al lograr un objetivo, algunas personas toman conciencia que quizás no era lo que se proponían.

 

 

El concepto de felicidad o infelicidad y la sensación de satisfacción o insatisfacción, se relacionan con una multiplicidad de situaciones o causas que se vinculan con el sentido profundo que cada una de nosotras le da a nuestra vida.

 

 

Perseguir objetivos materiales, concretos y/o objetivos educativos solamente, no garantizan el logro de la felicidad o la satisfacción, porque deben estar relacionados a valores espirituales y a la expresión de, lo que podríamos denominar, nuestra niña interior, la esencia de nosotras mismas, que a veces le permitimos expresarse y otras la escondemos en lo más profundo de nuestra alma.

 

 

 

Desde el momento de nuestro nacimiento, adoptamos determinados roles dentro de nuestra familia  y nos adaptamos a lo que nuestros padres y personas significativas esperan de nosotras. Por ejemplo, que seamos niñas educadas, colaborativas, con buenas notas en el colegio y/o buenos compañeros, que estudiemos determinada carrera, que tengamos o no pareja, etc.

 

 

 

También se espera que nos acomodemos a la forma de pensar y sentir de nuestro sistema familiar y nuestra cultura. Hay familias en donde está mal expresar la tristeza, rabia o cualquier otra emoción  y/o se descalifica o excluye a quien piensa distinto. Esto permite que, de manera no consciente, nos alejemos de aquello que nosotras somos y queremos (nuestro ser más profundo, la niña interior) para adaptarnos a aquellos objetivos que otros pensaron para nosotras y poder recibir afecto y reconocimiento.

 

 

 

A medida que vamos creciendo, estas expectativas no conscientes van a dirigir nuestra conducta hacia determinados objetivos: estudiar determinada carrera, tener determinado trabajo o pareja, crecer económicamente, quedarnos en casa para cuidar a nuestros padres, etc. Desde nuestra visión, es lo que llamamos argumento, que es un plan de vida no consciente, que se transmite transgeneracionalmente (de generación en generación) y el cual contiene las expectativas, mensajes y mandatos de todo el árbol familiar. Funciona como plan porque nos dice qué hacer en cada momento de nuestra vida y, cuando se cumplen, qué otro paso hay que dar luego.

 

 

 

Sin embargo, lo que llamamos plan o argumento de final abierto, que es  el “Mito de la llegada”, es cuando algunas personas, una vez que llegan y cumplen con todos sus objetivos planteados por su plan de vida, no saben qué hacer. Al llegar aquí, las respuestas no alcanzan y los interrogantes e inquietudes continúan: “¿Qué hago con mi vida luego de llegar?, ¿Por qué no soy feliz después de tener la casa que tanto quería, el trabajo que ansiaba y tener la familia que siempre soñé?” “Todos me dicen que tendría que ser feliz porque tengo todo para disfrutar pero no me siento feliz. Siento un gran vacío.”  “¿Qué hago ahora, hacia donde me dirijo? No tengo plan”. “¿Por qué no puedo arriesgarme a cambiar de profesión, oficio o carrera, a otra que siento que me haría más feliz?, ¿Qué van a pensar los demás sobre mi cambio? Seguro me dirán que si me arriesgo hago mal, que no voy a tener éxito, que no voy a crecer o ganar dinero, etc.”

 

 

 

¿Qué podés hacer para modificar esa actitud y estar conforme con el logro de tus objetivos?

-Aprender a hacernos cargo de nuestra propia vida y buscar las respuestas por nosotras mismas.

-Plantearnos objetivos propios y realizar lo necesario para cumplirlos.

-Buscar el apoyo y contención en personas para que nos acompañen en este nuevo camino.

-Confiar en nosotras mismas y creer en nuestras capacidades para decidir sobre lo que queremos para nuestra propia vida.

-Arriesgarnos a realizar cambios sin estar pendientes de la mirada del otro.

-Expresar lo que pensamos y sentimos, aunque sea distinto a lo que piensan y sienten las personas que me rodean.

-Identificar lo que queremos para nuestras vidas, aunque sea distinto a lo que el otro espera de nosotras