La danza/movimiento terapia se origina a mediados del siglo XX en los Estados Unidos; es una modalidad psicoterapéutica inactiva que avanza hacia la integración psicofísica del individuo. En ella el trabajo corporal recurre a la dimensión dinámica del juego. Este estado de espíritu, que nos sumerge en un clima de gratuidad y de posibilidades desconocidas, corresponde al mundo “olvidado” de la infancia. El juego corporal restaura una libertad originaria del cuerpo, y de este modo, conduce a una nueva articulación entre el espacio propio y el espacio extraño. En esta dinámica se proporcionan imágenes de la infancia y se presentifica la búsqueda de una espontaneidad. Un ser auténtico.
Las sensaciones y el movimiento van unidos y articulados como parte del dinamismo vital: la respiración, el grito, los gestos, los movimientos arcaicos sugieren ser la raíz del movimiento expresivo, que se fundan siempre desde una tríada: tiempo, espacio y energía. Tal es así, que la receptividad de los cinco sentidos se torna como herramienta de trabajo en cada encuentro, partiendo de la premisa de que el desarrollo de la sensibilidad posibilita ampliar el campo de conciencia corporal.