Los años no vienen solos, llegan con todo lo vivido. En general tendemos a abatirnos con el recuerdo de los momentos tristes, más aún cuando se actualizan.
Darle mayor poder a las alegrías y resignificar con un manto de benevolencia las tristezas es una forma de activar los sentimientos de esperanza, de ilusión. Tenemos el DEBER de no perderlos o en todo caso, de volver a generarlos.