El verano es, para la mayoría, sinónimo de vacaciones, descanso y un bronceado de ensueño. El lado B de esta escena implica dietas para poder lucir la malla, tratamientos para combatir estrías y celulitis, y cremas para hidratar la piel.
Entre todos estos cuidados y dado que, con más o menos complejos, todas estamos pendientes de nuestro cuerpo, podemos sacar ventaja e incorporar algunos hábitos saludables que nos permiten prevenir y reducir el riesgo de cáncer de mama.
Si hay una actividad que caracteriza a esta estación es tomar sol: ya sea en la plaza, la playa, el club o el balcón, el bronceado es el accesorio más codiciado de la temporada. Siempre que se tomen los recaudos necesarios, como no exponerse en las horas de mayor intensidad solar y protegiéndonos de la acción de los rayos ultravioletas del sol con un FPS adecuado para nuestra piel, tomar sol contribuye a la prevención del cáncer de mama.