El amor incondicional es una expresión extrema, desmesurada y, por lo tanto, un deseo poco conveniente. No existe ni creo que sea bueno pretender un amor sin condiciones. Amar incondicionalmente supone un repliegue del propio ser, de las propias necesidades, por temor a ser abandonado o no querido. Aquél que pide un amor incondicional, en definitiva, tiene demasiadas condiciones para brindar el suyo. En el mismo acto en el que anhela contar con las no condiciones del otro, está imponiendo(se) la mayor y más cruel condición: no crecer.
¿Y por qué las personas deberíamos crecer o madurar? Porque comprender la dinámica de la existencia, y la nuestra dentro de la misma, es lo único que permite la realización de una vida más plena y posible (para todos).