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Jue, Mar

Malalai Joya: la afgana con más coraje de todos los tiempos

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 Malalai Joya es una joven afgana que lucha desde adolescente por una vida digna para la mujer y para su pueblo. La sociedad fundamentalista en la que se encuentra inmersa, disminuye al sexo femenino en todos sus sentidos y lo trata como algo descartable. Por sus enseñanzas clandestinas de escolaridad, por sus discursos y por su lucha, vive amenazada de violación y de muerte por lo que tiene que ocultarse para no ser descubierta.

Malalai Joya nació el 25 de abril de 1978 en Farah, Afganistán. Cuando el país fue invadido por la Unión Soviética, su padre tuvo que luchar ante este ejército, pero logró escaparse de esa pesadilla. La búsqueda de su paradero, por parte de la policía comenzó arduamente, y como habían entrado varias veces por la fuerza a la casa de su familia para encontrar datos, la mamá de la Malalai temía por una represalia, y en 1982 decidió irse con sus diez hijos a Irán. Allí vivieron en campos de refugiados donde la vida era muy dura, más para los pequeños que tuvieron que presenciar las más crudas imágenes de guerra, muerte, enfermedades, hambre y hacinamiento.

Cuando Malalai tenía 7 años, fueron a guarecerse a los campos de Pakistán. Allí pudo iniciar sus estudios y, cuando de adolescente se interesó por diferentes géneros literarios, comenzó a enseñar a leer a las mujeres mayores que no habían podido acceder a una educación digna por ser del sexo femenino. 

Cuando la Organización para la Promoción de las Capacidades de Mujeres Afganas se enteró de ello, le propuso viajar a su país natal con el objetivo de formar una escuela secreta para las niñas que seguían viviendo en ese régimen ultra paternalista. Así fue que regresó de incógnita a Afganistán con tan sólo 16 años. 

Como estaba fuera de la ley, tuvo que vivir ocultándose en sótanos para  no ser descubierta, pero ella igual hizo todo lo que estuvo a su alcance para que sus alumnas recibieran una buena educación y eso la llenó de felicidad. Por suerte, y con ayuda de vecinos, nunca la encontraron y, por su excelente gestión, la Organización la nombró directora. Para entonces formó un orfanato y una clínica de salud donde entregaba medicina gratis. 

Cada vez participaba más activamente en temas sobre derechos humanos y sobre la mujer. 

En 1996 los talibanes fueron derrotados y Malalai Joya fue nombrada en el Parlamento, lugar donde pudo repudiar públicamente a los señores que habían iniciado la guerra civil y a los criminales que gobernaban en ese momento. Denunció sus nombres e informó sus ubicaciones. Obviamente, esto le trajo graves consecuencias y recibió amenazas de ser violada. Lo que denotaba el nivel de violencia hacia la mujer en ese país. 

La censura que debió enfrentar fue tal que cuando pudo expresarse por medio de entrevistas le editaron partes en las revistas o le quitaron el volumen al micrófono, también le robaron el pasaporte diplomático para que no pueda salir del país. Sus declaraciones molestaron, y siguen molestando porque, entre otras cosas, acusa a los que están en el poder de antidemocráticos en su totalidad. 

En el 2005, la eligieron diputada del Parlamento afgano, tenía veintiséis años y fue la mujer más joven en ocupar ese cargo en su país. Por sus comprometidas palabras y por acusar a los políticos de corruptos y asesinos por lo que para ella, debían ser procesados y no presentarse a elecciones, fue expulsada a los dos años y llevada a juicio. 

Este hecho de censura, acarreó a una gran protesta a nivel mundial en la que participaron políticos, intelectuales y famosos escritores, e intervino Derechos Humanos, todos con el fin de que la liberen legalmente del caso y de que retorne a su cargo. Pero eso no bastó, las amenazas de violación y de muerte continuaron y Malalai desde entonces, no está fija en un lugar, debe cambiar de vivienda permanentemente y estar rodeada de guardaespaldas. Pero, es una mujer extremadamente fuerte y en vez de estar asustada, junta aún más coraje para continuar su lucha. 

En diferentes países recibió premios y reconocimientos, por sus labores humanitarias y sus tareas son conocidas a nivel mundial.  

De su vida sentimental se sabe solamente que se casó en secreto con un hombre que conoció en una conferencia de prensa, y que se ven a escondidas cuando pueden. Su identidad permanece oculta para resguardarlo del peligro.  

Malalai odia el burka, el vestido que deben usar las afganas que la cubren por completo desde la cabeza hasta los pies, pero lo usa porque le sirve para pasar desapercibida mientras que recorre el país. 

Es increíble que hoy en día se viva de esa manera allí, que a las mujeres se las trate con esa barbarie. Ellas deben vivir encerradas en sus casas, cuidan a sus hijos, obedecen los pedidos de sus maridos, no pueden tomar ningún tipo de decisiones solas, salen a la calle sólo con autorización de su cónyuge y no tienen derecho a la educación ni a la salud. Por si esto fuese poco, son forzadas a casarse, violadas, quemadas con ácido, y asesinadas. Con el fin de no pasar por estas situaciones aberrantes e impensadas para nuestra cultura, muchas son las que optan por quitarse la vida y se queman vivas. 

A su vez, no pueden hacer denuncias cuando son víctimas de algunos de estos actos, porque la misma no llega a los tribunales, y encima pueden ser apresadas con la excusa de que en la cárcel estarán a salvo. Siempre la justicia estará a favor del hombre porque se considera que la mujer debe haber hecho algo para que él haya actuado de esa manera. 

Malalai quiere liberar a su género para que comience a vivir, para que avance en toda su expresión y enfrentó a los hombres más poderosos e influyentes de su país, para hacer pública la forma de disminuir y menospreciar al sexo femenino. 

Pero no sólo tomó como propia esta lucha, también dio a conocer las políticas nefastas del gobierno. Por eso pidió ayuda mundial de los democráticos y los activistas de los derechos humanos y de la mujer, y también reivindicó al secularismo diciendo que la religión no debe estar relacionada con la política. 

Escribió “Una mujer contra los señores de la guerra”, su propia historia, para que recorra el mundo, para que todos conozcamos el camino de estos fundamentalistas que ocupan el poder diciéndole al pueblo que se basan en la democracia. Fue pensado además, como un nuevo medio para pedir socorro.  

Así transcurren los días de esta valiente mujer que sigue ocultándose y vive lejos de su familia, que tampoco se sabe de su paradero en Afganistán. Pero nada la asusta, sabe que puede morir en cualquier momento e igualmente va a continuar con su lucha hasta el último suspiro.