Se trata de una postura de acción sobre todo el cuerpo, y de manera principal, sobre las manos y los brazos.
Para lograrla tenés que seguir los siguientes pasos:
-Sentate en el suelo con las piernas juntas y estiradas.
-Colocá los brazos a ambos lados del cuerpo y situá las palmas de las manos, en el suelo.
-Estirá los brazos y elevá las piernas rectas en el aire, dejando todo el peso del cuerpo sobre las palmas de las manos.
-De ser posible, dejá que las piernas formen un ángulo recto con el tronco y que la cara permanezca hacia adelante. Si no es posible colocar las piernas de esa manera, elevalas lo que sea posible. Si no también podés completar la postura elevando una pierna y dejando el otro pie en el suelo.
-Regulá la respiración, mantené la postura el tiempo indicado y deshacela con lentitud.
El tiempo de la postura es de 15 a 30 segundos y se ejecuta 2 veces.
Los efectos que provoca en nuestro cuerpo es la fortificación de las muñecas, de los músculos abdominales y la región lumbar; la tonificación de los músculos de los brazos, los hombros y el tronco; la mejora del riego sanguíneo a todo el organismo; el aumento de la capacidad de resistencia del cuerpo y la estimulación de los músculos de las piernas.