Rigoberta Menchú – La primera mujer indígena que ganó el Premio Nobel de la Paz

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 Rigoberta Menchú es una indígena guatemalteca que luchó desde pequeña por los derechos de su comunidad. Perdió a gran parte de su familia en manos del ejército, y tuvo que exiliarse a México para no seguir siendo una perseguida política. La igualdad de razas, de derechos, de género y la paz, siguen siendo para ella los motivos de disputa. Ganadora de decenas de premios, es la primera mujer indígena en obtener el Nobel de la Paz.

Rigoberta Menchú nació el 9 de enero de 1959, en un pueblo llamado Chimel, distrito de Uspantán, departamento El Quiché en Guatemala. Su padre era Vicente Menchú Pérez, un campesino que luchaba por las tierras y los derechos indígenas, y su madre Juana Tum Kótoja, indígena parturienta.

A muy temprana edad Rigoberta comenzó a trabajar ayudando en las cosechas del café y el algodón. Conoció la pobreza, la represión y la discriminación racial, por ser indígena y descendiente maya. Presenció la lucha de sus padres ante dichas injusticias y desde entonces tomó partido para hacer valer sus derechos y los de las comunidades indígenas.

Como el dinero que ganaban en el campo no les alcanzaba, ella decidió marcharse a la ciudad de Guatemala en búsqueda de una mejora económica para poder ayudar a su familia, allí trabajó como empleada doméstica y siguió padeciendo la diferencia social.

Cansada de tanto desprecio, inició una campaña a favor de los derechos humanos de los campesinos indígenas, centrándose en el cristianismo revolucionario.

Su familia participaba activamente en las luchas y en  septiembre de 1979, su hermano Patrocinio fue secuestrado por el ejército y asesinado. En este mismo año Rigoberta fundó el Comité de Unidad Campesina y la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca.

Comenzó a ser una perseguida política por lo que tuvo que exiliarse en México, donde la socorrió el obispo Samuel Ruiz García. A los pocos meses de perder a su hermano su padre muere calcinado en una masacre en la Embajada de España donde se encontraba protestando ante los policías.

Estos hechos no la frenaron, como no tuvo acceso a una educación digna, aprendió español para poder llegar a más personas, tal es así que llegó a ser la líder de su comunidad.

Su madre también fue secuestrada, torturada y asesinada por militares, al igual que otras personas. Esto le dio más fuerzas para continuar con su objetivo.

Editó su autobiografía en 1983, “Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia”. Fue escrito por Elizabeth Burgos basada en las conversaciones de ambas. Tras el éxito que tuvo, se tradujo a varios idiomas, lo que la ayudó a ser escuchada en otros países y en las Naciones Unidas.

Este fue el comienzo de otras obras de ellas y de algunos ensayos que también fueron traducidos a otros idiomas y vendidos y estudiados en muchas universidades ya que les servía para conocer en profundidad la cultura guatemalteca y su historia.

En 1983, otro hermano suyo, Víctor, fue víctima del ejército y perdió su vida. Ella igual estuvo presente en la ONU, asambleas, cumbres, comisiones y sesiones mundiales en donde denunciaba la expropiación de tierras de los pueblos indígenas del mundo, la discriminación, y comentaba las dificultades de pertenecer a esta comunidad.  

Quiso volver a su país y fue detenida pero estudiantes universitarios y organizaciones de apoyo protestaron a favor de su liberación y quedó libre. Rigoberta era una imagen intachable en la universidad, era querida por muchas personas que se veían identificadas con ella.

Participó en la preparación de la declaración de los derechos de los pueblos indígenas por parte de las Naciones Unidas.

En 1992 le otorgaron, por primera vez a una mujer indígena, el Premio Nobel de la Paz por los trabajos que realizó por la justicia social y los derechos de los aborígenes y los niños. Con el dinero ganado gracias al premio, pudo crear una Fundación que lleva su nombre. También bregaba por la paz y por el respeto a la naturaleza.

Recibió el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional porque luchaba por la igualdad de la mujer, Premio de la UNESCO “Educación para la paz”, medallas y Honoris Causa, Premio Iberoamericano José Martí y el Internacional Libertad. 

Fue Embajadora de la Buena Voluntad de la ONU y de la UNESCO, asesora personal del Director de ésta organización, Presidenta de la Iniciativa Indígena por la Paz, miembros de diferentes mesas directivas, de la Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas, Presidenta de la Compañía Salud para todos, que bregaba por medicamentos genéricos a un costo más bajo y Presidenta de la 1ª Cumbre de Mujeres Indígenas de América, entre las más destacadas.

Sin ningún temor, denunció a políticos y militares por los asesinatos a mayas. Justamente por ser una mujer que va al frente es reconocida en todo el mundo como una luchadora a ultranza.

Si bien es un referente de la política, perdió las elecciones presidenciales de Guatemala, tras presentarse como candidata del partido de izquierda, en 2007. En mayo del año pasado volvió a postularse, y a pesar de haber obtenido más votos, no fueron suficientes para ganar.