La asana de las manos sobre las rodillas es muy simple, pero de acción directa sobre las ingles para ir dotándolas de elasticidad.
Para lograrla debés sentarte en el suelo con las piernas juntas y estiradas. Luego, separar las piernas todo lo que puedas manteniéndolas rectas. Apoyar las manos sobre las respectivas rodillas y mientras tanto, regular la respiración. La duración es de 50 segundos en adelante, y se realiza una sola vez.
La concentración está en la base de la espina dorsal. Y en la medida en que se va practicando la postura, vas a lograr separar más las piernas ya que irán cediendo las ingles, la articulación coxo-femoral y todos los músculos de las caras internas de los muslos.
Los beneficios sobre nuestro cuerpo: dota de elasticidad a todos los músculos y nervios de las piernas, fortalece el tendón de la rodilla, tonifica el hueso sacro y las regiones coccígea, sacra y lumbar, previene contra la ciática y el lumbago y mejora el riego sanguíneo a las piernas.