¿Por qué nos cuesta aceptar el paso del tiempo?

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Niños que quieren volver a ser bebés

Un profesor de una escuela en que trabajo, se me acerca en la sala de profesores y me pregunta si atiendo niños, porque su hijo de 10 años se niega a "hacer caca" en el inodoro. Le contesto que le voy a averiguar por terapeutas  cerca de su casa. Me quedo pensando que a este niño le cuesta crecer, lo cual preocupa mucho a sus padres.

 

 Adolescentes que se resisten a crecer y quieren mantenerse en la niñez

En otra escuela, algunos estudiantes de primer año de secundaria me dicen que no tienen interés en estudiar, y se nota, porque hacen travesuras de escuela primaria. Trato de pensar positivamente y quiero suponer que con el tiempo y la experiencia, ya madurarán.

Adultos que se resisten a madurar y quieren mantenerse en la adolescencia

Adoptan vestimenta, lenguaje, gustos y conductas adolescentes. Se someten a cirugías a veces cruentas para aparentar juventud. Olvidan que los adolescentes necesitan diferenciarse de sus padres en un vínculo asimétrico, que no es de igualdad ni paridad.

Adultos mayores que odian envejecer

Y se someten a cirugías rejuvenecedoras para no entrar en la tercera edad. Una Promotora de Salud cuida a una señora anciana. La estaban vistiendo para salir a pasear y le dice: "No me pongas esta chalina de lana, que parezco una vieja". La señora tiene 95 años (y no ha perdido su coquetería).

En un sentido inverso, algunos padres obligan a la precocidad a sus hijos, los visten como adultos, pretenden que se comporten como tales o les planean actividades que no corresponden a su edad.

Todos los ejemplos que hemos visto son desórdenes de la temporalidad, en relación con el paso del tiempo. Queremos que pase rápido o que no pase, según diferentes necesidades.

Detrás de estas conductas encontramos la angustia ante la propia muerte, el dejar proyectos inconclusos, tener que despedirnos de quienes amamos, miedo al dolor y miedo a la tristeza de quienes queremos.