Leche materna: el pilar para un perfecto crecimiento

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La leche materna es la fuente perfecta de nutrición para los bebés, ya que contiene cantidades apropiadas de carbohidratos, proteínas, grasas y valiosos anticuerpos de la madre, que pueden ayudar al pequeño a resistir las infecciones. Igualmente, les suministra enzimas digestivas, minerales, vitaminas y hormonas.

 La leche de vaca, en sí misma, es inapropiada para bebés menores de 1 año y si se les provee a temprana edad, pueden desarrollar una alergia a los productos lácteos. Aunque contiene la mayoría de los componentes de la leche materna, éstos  no se encuentran en las mismas cantidades, y, además, carece de anticuerpos, que ayudan a proteger a los niños hasta que su propio sistema inmunitario se desarrolle completamente.

Las fórmulas preparadas comercialmente pueden estar basadas en leche de vaca sin grasa, proteína del suero o proteína de soya. Con el fin de suministrar una dieta balanceada al bebé, deben ser enriquecidas con carbohidratos, grasas, minerales y vitaminas. Sin embargo, los anticuerpos encontrados en la leche materna nunca pueden agregarse a las fórmulas.

Los requerimientos nutricionales del recién nacido durante los primeros años de vida son mas específicos e importantes que en cualquier otra etapa. El rápido crecimiento de los lactantes, que doblan su peso en tan sólo 4-5 meses después del nacimiento, está relacionado con la gran cantidad de nutrientes aportados por la leche materna, la cual constituye el mejor alimento durante este período. 

Esto es así, porque tiene una composición nutricional única, que cambia con el tiempo para apoyar al recién nacido en sus adaptaciones fisiológicas a la vida extrauterina y responder a sus necesidades de crecimiento. Más de 200 componentes han sido identificados en ella y constantemente se reportan otros nuevos que le atribuyen aún más beneficio para la salud.  

La leche materna puede ser considerada como el mejor ejemplo de alimento funcional ya que previene o resuelve determinados problemas de salud, debido a la presencia natural de un gran número de compuestos bioactivos. La mayoría de ellos son sintetizados por la madre, mientras que otros son proporcionados por su alimentación.  

Estos efectos bioactivos ejercen dos funciones principales: la maduración y estimulación del sistema digestivo, inmune y neuroendocrino; y la protección del recién nacido frente a los microorganismos patógenos presentes en el medio ambiente. Algunos factores protectores se encuentran en el calostro y la leche de transición, lo que representa una ventaja debido a que los recién nacidos son más frágiles durante el post parto. 

Por otra parte, muchos factores nutricionales y bioactivos presentes en la leche, incluyen factores de crecimiento que ejercen una programación metabólica en el pequeño, es decir, efectos a largo plazo que modulan el riesgo de desarrollar obesidad, diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia y otras enfermedades en edad adulta. 

Resumiendo, la leche materna es el mejor alimento para el recién nacido, ya que permite su crecimiento armonioso en los primeros meses de vida y lo protege de futuros trastornos metabólicos. Contiene además numerosos compuestos bioactivos con propiedades que los protegen de elementos patógenos eliminándolos, y regula el sobrecrecimiento de poblaciones bacterianas de la flora intestinal. 

Además, la lactancia, crea una relación de la mamá con el bebé que influye positivamente en su desarrollo psicológico y emocional. 

Es por todo esto que es importantísimo poder desarrollar un programa de intervención educativa en madres con niños recién nacidos, para promover acciones que estimulen la lactancia materna exclusiva.