¿Sabés distinguir tus emociones?

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Desde épocas primitivas las emociones nos han permitido sobrevivir como especie pero hoy, sobre todo, son la brújula existencial que marca el camino único y singular de cada persona, pues trasmiten señales auténticas de quiénes somos y quiénes queremos ser. Son la raíz de toda vocación, la sustancia de cada pasión y el combustible que nos mantiene en acción para alcanzar el desarrollo personal.

 

 Sin embargo, también suelen ser el motor de grandes infortunios y hechos dolorosos en la vida. Ellas están ahí, para bien o para mal, inherentes a la humanidad, tan naturales y cotidianas. Todas las emociones son un instrumento valiosísimo, puesto que nos brindan información existencial indicándonos cómo nos sentimos respecto de algo. Por tanto son un instrumento puro para que profundicemos el autoconocimiento.

La razón puede ayudar a resolver problemas a corto y mediano plazo, pero las emociones indican la dirección final. Cuando hablamos de las emociones como guías no hablamos de meros impulsos del instante. Las emociones que constituyen una verdadera guía existencial son las recurrentes, las que vienen a nosotras una y otra vez en diferentes momentos. Estas emociones se dan en estados de calma y son más bien sutiles, mientras que las emociones intensas, excepcionales y del momento pueden no resultar una buena guía.

¿Qué sentís a nivel físico cuando estás enojada?

Tensión muscular, palpitaciones, calor que sube por tu cuello, facilidad para gritar, aumento del ritmo respiratorio, etc. Es decir, estos cambios denotan un claro aumento de tu energía. Sucede lo mismo con el miedo pues, a partir de una dosis de adrenalina, tu cuerpo se prepara para huir o defenderse. Y también con la alegría, que aumenta nuestra energía y predisposición para participar de actividades y relaciones. Todas las emociones son pura energía, y cuanto más intensas sean, más energía proveerán.

Algunos aspectos sobre los que podemos reflexionar son:

-Distinguir y conocer nuestras emociones. ¿Cómo te sentís? ¿Bien, alegre, exultante, poderosa? ¿Mal, culpable, aburrida? Estas emociones no son todas iguales y, sin embargo, muchas veces cuesta distinguir en nosotras con mayor exactitud aquello que estamos experimentando.

-Regularlas y controlarlas. No estamos diciendo que las niegues o las calles, todas las emociones cumplen una función y nos dicen algo. Escuchemoslas y veamos en qué pensamientos y creencias se sustentan, esto nos permitirá darles un lugar que corresponde sin que nos dominen.

-Buscar su mejor forma de compartirlas. Poder decirle también a los otros cómo nos sentimos es importante en las relaciones, por eso, una vez distinguida la emoción y sin dejar que nos domine, trasmitirle al otro lo que me pasa es muy saludable. Acá algunos recursos de comunicación asertiva nos pueden ayudar.

Si las emociones son esa guía que nos mueve a alcanzar deseos y satisfacer nuestras necesidades, el Counseling puede proveer de ese espacio para conectar con lo más íntimo de nuestro ser, revisar nuestras emociones más recurrentes, aprender a regularlas y compartirlas para que sean una contribución y no un obstáculo al logro de todo aquello que nos proponemos.