Acompañar el proceso del duelo desde el counseling

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Todos los seres humanos pasamos en algún momento de la vida por algún duelo, lo cual implica un proceso de adaptación natural y esperable ante la pérdida significativa de una persona querida, de una mascota, de algún trabajo, de una casa, de una función o parte de nuestro cuerpo o de una relación afectiva.

 

 Esto puede suceder en cualquier momento de la vida y, mientras más transitamos este pasaje, más posibilidades y experiencias tenemos que pueden quedar en el camino.

A esto se suma que todas las personas somos diferentes, tenemos personalidades, habilidades, actitudes y contextos singulares, que se sintetizan en quienes somos hoy, por lo cual cada quien atraviesa el duelo como puede, con lo que es, con los recursos que tiene, de manera única y particular.

Shock, negación, caos emocional, tristeza, aceptación y recuperación son etapas del duelo, un proceso que no es lineal, que tiene momentos de avance, de estabilidad, de retroceso y de vuelta a empezar

El duelo duele pero puede sanar ¿cuándo? cuando la persona recupera el interés por la vida, cuando se siente más esperanzada, cuando experimenta gratificación nuevamente y se adapta a los roles del presente.

El duelo lleva tiempo, porque lleva tiempo adaptarnos a esa ausencia. En ese proceso hay momentos de soledad y momentos de compañía, ambos necesarios para poder transitarlo, para estar en contacto con la pérdida y las emociones que eso conlleva, para compartirlo, para vernos en esta nueva situación.

Podemos querer o necesitar ayuda, un espacio donde nos permitamos llorar, reflexionar, reír con nostalgia, doler, hacerle un lugar. Desde el Counseling acompañamos y facilitamos que las personas puedan aceptar la realidad de la pérdida; trabajar las emociones y el dolor; adaptarse a un contexto diferente; recolocar emocionalmente la pérdida, vislumbrar un futuro posible y continuar viviendo.

En estos espacios también se facilita el tiempo de la elaboración que requiere el duelo acompañando las emociones que surgen, ayudando a comprender esa realidad, a adaptarse al cambio, a soltar, a abrazar el recuerdo, a amar en separación y recuperar esa luz esperanzadora necesaria para vivir el presente

“Lo que una vez disfrutamos profundamente no lo podemos perder nunca. Todo lo que amamos se convierte en una parte de nuestro ser", Helen Keller.

El duelo es una oportunidad de aprendizaje sobre la vida. Una oportunidad para dejarnos habitar por esas personas y experiencias compartidas que siguen estando presentes en la memoria y formando parte de quienes somos hoy.