¿Qué es la neuroeducación y cómo puede convertirse en una herramienta para reconocer aquellos aspectos que queremos y necesitamos cambiar de nuestra propia forma de ser?
A diario muchas veces solemos escuchar o decir cosas como: "es lo que hay", "ya está, ya pasó", "me tocó a mí", "qué suerte la mía", como si estuviésemos condenadas a lo que acontece sin poder hacer nada al respecto.
Sin embargo, la realidad es que como seres adultos y libres tenemos posibilidad de elección y dicha elección trae consigo responsabilidades, hacernos cargo de lo que decidimos. Teniendo en cuenta esto, podemos adoptar una actitud pasiva y esperar "un golpe de suerte", en tal caso responsabilizándonos que dicha elección pueda ser poco exitosa. O podemos adoptar una actitud más activa y construir nosotras mismas el cambio que anhelamos.
La neuroeducación busca aumentar la autocomprensión sobre la naturaleza humana, permitiéndonos conocer, comprender, controlar, modelar y supervisar nuestro propio mundo interno, promoviendo el mejoramiento de la calidad de vida personal, laboral y social.
La Neuroeducación favorece, además, el desarrollo de funciones ejecutivas relacionadas con habilidades emocionales y sociales, como también, desarrollar la capacidad de autogestión y autocontrol.
En la actualidad, cada vez somos más las que notamos el deseo y/o necesidad de gestionar de una forma más constructiva nuestras emociones, incrementando así la calidad y bienestar de la vida personal. Por lo que, desde la Consultoría Psicológica (Counseling), se ofrece una relación de ayuda que cubre éstas demandas: facilita la introspección, autoconocimiento, fomentando el desarrollo y despliegue del potencial de la persona.
Pasaríamos de ser espectadoras de nuestra vida, a ser las protagonistas, construyendo "nuestra propia suerte, nuestra propia realidad". ¿Cómo? Brindándonos nuestro propio tiempo, para tomar perspectiva y considerar todas las variables, eligiendo desde la propia sabiduría interna. Aprendiendo de aquellas elecciones que no resultan como esperábamos, sin anclarnos en la frustración, sino, resignificando y enriqueciéndonos de la experiencia.
Alternativas hay muchas para cada situación: podemos buscar culpables, permanecer en el lamento, rendirnos ante un objetivo o comenzar a flexibilizar nuestra mirada, habilitar y permitirnos transitar nuestro sentir. Si esto es lo que hay, ¿Qué me genera? ¿Qué siento? ¿Qué pienso? ¿Qué quiero hacer con ello? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué alternativa es la más constructiva para mí?
Claro que no es un camino fácil, es comenzar un proceso desconocido y, a veces, doloroso, por eso es elección de cada una CÓMO QUIERE, PUEDE Y ELIJE transitar su vida aquí y ahora. No hay modos correctos e incorrectos, hay experiencias, vidas y personas, por lo que cada elección es única y válida sin ningún tipo de cuestionamiento.