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Jue, Mar

Bioenergética y expresión

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En este artículo veremos cómo fuimos perdiendo libertades y conexión con nuestro cuerpo, debido a cuestiones culturales que son determinadas según el contexto en el que vivamos. 

En nuestro crecimiento, vamos adquiriendo diferentes tipos de conocimiento que nos van formando como personas, mostrándonos un modelo a seguir en nuestras habilidades, formas de comportarnos, sentir y hasta necesitar. Cómo debemos actuar según nuestro género y hasta cómo relacionarnos va predeterminando también nuestros movimientos, convirtiéndose en tensiones musculares o distorsiones del cuerpo que disminuyen nuestra viveza y energía.

 La imposibilidad de expresarnos como necesitamos limita no sólo nuestros movimientos, sino también estructuras de carácter y comportamiento en la personalidad de cada una. Mente y cuerpo pueden influenciarse uno al otro. 

Lo que uno piensa puede afectar a lo que uno siente, o al revés.  

Al estar estimulados desde la cultura, respondemos al ideal social en vez de a nuestra necesidad natural. 

Antes del Siglo VIII, el ser humano fue capaz de organizarse con respeto, cuidado, deseo y placer, entre otros. Pero bien sabemos, que ésto fue cambiando y esos valores se fueron trastocando y variando su sentido. Jaime Barylko, filósofo y educador, dedicó gran parte de su vida a despertar nuestro interés en la importancia de lo que se ha perdido. Habla de una especie de mal entendido, o aprendido básico entre “ideas” y “valores”, y clasifica a las primeras como herramientas para la comprensión del mundo, y a los segundos en cómo vivirlo.  

Estos tabúes o prohibiciones, nos alejan de nuestras emociones originales y de la conexión e integración de nuestro cuerpo, además de reducir la carga energética que nos permite vivir plenamente. Las enfermedades muchas veces proceden de emociones no procesadas, no expresadas y reprimidas. En una sociedad patriarcal, las mujeres inhibimos nuestra sexualidad, nuestra capacidad de goce, la negación de nuestros cuerpos y de nuestras emociones. 

El cuerpo por ser múltiple, tiene gran cantidad de expresiones, que también se van creando a través de símbolos que nos atraviesan, y es a través suyo que captamos la realidad y actuamos según lo que percibimos y entendemos. Creamos modelos de cuerpos por medio de imágenes que no tienen que ver con la naturaleza o con lo bio-energéticamente vivo, así se pierde movilidad y hasta se obstaculiza o acoraza generando bloqueos que a medida que pasa el tiempo, se hacen crónicos. 

Varios autores desde esta misma visión, nos proponen revisar y reflexionar desde el cuerpo, para poder recuperar la capacidad de goce, porque sin placer no hay posibilidad de percepción. 

La persona es su cuerpo, es decir “si yo soy mi cuerpo y mi cuerpo soy yo, mi cuerpo expresa quien soy. Es mi modo de ser en el mundo”. En ese sentido la bioenergética trabaja con ejercicios que facilitan la recuperación de posturas y circulación energética, permitiéndonos la libre expresión y re conexión con nuestra naturaleza.  

Liberamos al cuerpo de distintos obstáculos emocionales, conectándonos con las sensaciones y sentimientos, generando que fluyan hacia la satisfacción, para llevar una vida de placer, llena de energía viva, expresión y recuperación de movimientos naturales.   

Invito entonces, a ver con una mirada más crítica y reflexiva, cómo desde la sociedad se construyen valores que nos organizan, y cuestionarnos cómo vivimos nuestras emociones, para decidir la forma que elegimos vivir y gozar.