Silvia Carranza - Un ejemplo de vida

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"Todo lo que hago, no lo hago solo por aquello que no tuve, sino por aquello que tuve y quiero que los demás también tengan". Esta frase que escribió y pone en práctica todos los días, desde que sale a trabajar y regresa a su hogar, pertenece a Silvia Carranza, la presidente de CILSA, una organización no gubernamental (ONG) gestada en la provincia de Santa Fé y que tiene mas de 51 años de labor ininterrumpida por la inclusión de las personas con discapacidad.

 

Justamente, Silvia es una de las más de 5,6 millones de personas en la Argentina, que padece una discapacidad. Porque a los siete meses de nacer (26 de julio de 1955) en la ciudad bonaerense de Avellaneda, le diagnosticaron Poliomelitis (acompañada de meningitis), consecuencia de una epidemia propagada en toda la Argentina. A raíz de ello, durante tres meses tuvieron que colocarle un pulmotor para mantenerla viva.

Cinco años más tarde y por recomendación médica, Silvia comenzó a someterse a operaciones (siete en total) en los quirófanos de la Asociación para la Lucha contra la Parálisis Infantil (ALPI). Luego de eso, y por primera vez, pudo ponerse de pie, merced a dos prótesis, un corsé y dos muletas. "En los recuerdos vagos que tengo, apenas podía caminar; gateaba, me tenía que arrastrar", recuerda la leonina de 63 años.

Colegios, beca y discriminaciones

Era la época en donde cursaba el cuarto y sexto grado, en la Escuela Domiciliaria 501, de la localidad de José León Suárez. "En el Colegio de la Inmaculada Concepción iba a ser abanderada, pero comenzaron las cirugías. Cuando volví, el abanderado ya era otro. Pero al ser mejor promedio de la escuela primaria, obtuve una beca del Rotary Club de José León Suárez", dice Silvia señalando que era una etapa en que le pusieron piedras en el camino. Ya que en dos instituciones de Villa Ballester (Instituto Santa Ana e Instituto Holters Schule) la discriminaron y no la aceptaron.

Esto la hizo más fuerte. Golpeó las puertas de otras instituciones, hasta que en una de ellas se la abrieron: la de la Academia Rivadavia, en la ciudad de José León Suárez. 

Conciencia solidaria y trabajo para ayudar al hogar

Como gratitud al Rotary que la había becado, decidió hacerse rotaria y esas fueron sus primeras incursiones en la ayuda social.

Por su parte, aunque siempre colaboró con el kiosco atendido por la familia, a los 15 años decidió ayudar a la economía hogareña y comenzó a trabajar en la Municipalidad de San Martín como cadete en Inspección General. Sección donde se desempeñó hasta los 21. Y en forma simultánea, como percibía un magro sueldo, hacía cobranzas para un diario local.

"Siempre fui buscavidas", revela Silvia indicando que luego recibió la notificación de traslado a la Secretaría Privada del Intendente. Allí, estuvo cinco años, "llegando a ser Jefa de la División de Despacho", rememora con orgullo la mujer que, con solo 21 años, se convirtió en la jefa más joven del municipio.

Mudanza, casamiento e inicios en el deporte

Un día decidió presentar la renuncia. Ya que se había mudado al barrio porteño de Pompeya, a los pocos meses de haber contraído matrimonio con Luis Paz. Un jugador de primera división de básquet en sillas de ruedas del Club Unión Deportistas Argentinos Lisiados (CUDAL), que había conocido en el Servicio Nacional de Rehabilitación, mientras ella hacía sus primeras experiencias en este de deporte.

Fruto del matrimonio con Paz (de quien está separada), nació el único hijo, Federico. "Fue todo un desafío tenerlo -admite Silvia haciéndose la pregunta de muchos, ¿Cómo me manejaré con un hijo? - Pero como yo veía a muchas amigas con discapacidad que los tenían, dije por qué no".

Selección nacional, labor ejecutiva ONG, personalidad destacada de los derechos humanos

En 1987, Silvia Carranza emigró primero al Club CILSA Santa Fe y luego, al similar de Buenos Aires, en donde jugó hasta 2009. "Integré la Selección Nacional en los Juegos Panamericanos Panasir '90, en Venezuela, y Juegos Mundiales '92, en Aylesbury, Inglaterra", apunta comentando que en 2010 fue coordinadora de un Torneo Internacional en Montevideo, Uruguay. Al mismo tiempo, comenzó a realizar la coordinación deportiva de la ONG. Del 2004 al 2007 fue miembro de la Comisión de Discapacidad del Foro del Sector Social. En 2005 se convirtió en secretaria de la Comisión Directiva de CILSA. Luego fue directora de acciones institucionales y programas sociales, hasta que en 2008 alcanzó la vicepresidencia de la institución.

El 3 de marzo de 2011 obtuvo el Premio Bienal ALPI, "por superar con voluntad y fe las dificultades de su vida". "Cuando recibí la estatuilla, me pidieron que diga una frase. Elegí una de la Madre Teresa de Calcuta: 'Si no puedes correr, trota; si no puedes trotar, camina; si no puedes caminar usa un bastón, pero nunca te detengas", cuenta Silvia Carranza.

Desde fines de 2012, Silvia Carranza es la presidenta de CILSA. Al respecto, dice: "Estoy feliz por alcanzar el máximo cargo de la ONG. No por la palabra, sino por poder decidir (en equipo, por supuesto) muchas cosas que le pueden beneficiar a la persona con discapacidad".

En 2014 recibió el "Premio Pro-Liga Comportamiento Humano", distinción que otorga la institución homónima. También fue designada Personalidad Destacada de los Derechos Humanos, por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El 6 de junio del mismo año obtuvo el Premio Sarmiento, el máximo galardón que entrega el Honorable Senado de la Nación.

En agosto de 2017 fue designada Embajadora para la Paz, por la Federación Para la Paz Universal (UPF Argentina).