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Vie, Abr

¿Cómo se valora la amistad según el género?

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La vida nos implica un constante movimiento, en consecuencia, los afectos, nuestros afectos, plasmados en esa misma línea de la existencia, también se mueven y pueden ayudarnos a crecer y a aprender.

 

 Sociocultural y afectivamente podemos darle al concepto de amistad muchos significados, algunos tan idealistas, que puede resultar dificultoso encontrar seres humanos que, con sus imperfecciones, reúnan en sí mismos tamañas cualidades.

Algunas veces colocamos a la amistad en un lugar tan irreal, que lo único que conseguimos es ponernos lejos de ella y privamos disfrutar y compartir ese tipo de afecto.

En relación a la amistad, también se puede identificar, en términos muy generales, salvaguardando todas las diferencias, valoraciones, conceptos y acciones que  pueden dar ciertas respuestas al género.

Ellas

En el caso de las mujeres y mirando el momento epocal actual, es común que muchas sean las que destinan tiempos, interés, afecto y compromiso para cultivar sus amistades. Con esta mirada la mujer puede darse cuenta de lo significativo que resulta para la vida y sus distintos momentos este tipo de afecto.

Las amigas que escuchan, más allá de estar cerca o lejos, son capaces de alcanzar una palabra o un silencio adecuado, las que no juzgan, las que pueden develar sus emociones y aceptar sus propios errores, son las que se llevan casi siempre los galardones de grandes amigas. Sin embargo hay otro tipo de amistad, quizás más ocasionales, fortuitas, impulsivas, menos constantes, que si las logramos apreciar, también reconoceremos el valor que tienen y los aires de aprendizajes y renovaciones que nos traen cada vez que aparecen. Parecería que las mujeres necesitamos saber con quiénes contamos, en las buenas y en las malas. Eso se remonta a quienes también nos antecedieron en la historia y en épocas difíciles. Las mujeres parecen empoderarse cuando se reúnen y cuando unen sus voces. Este aspecto posiblemente también esté íntimamente relacionado con todo el proceso que, desde su rol, socialmente hablando, sigue en movimiento.

La amistad entre mujeres puede significar un estímulo saludable en el orden de las emociones. El compartir afectivo con las “hermanas elegidas”, potencia las alegrías y alivia las tristezas. Identificarse, diferenciarse de pares, abrirse a los aires amistosos puede resultar un factor altamente nutritivo para cambiar la mirada y crecer.

Ellos

También es la historia la que marca tendencias, en este caso. No nos olvidemos que el hombre desde ese rol social fue quien desde los comienzos “salía para traer el alimento” y por ende socializar.

Hoy los hombres también aprenden a valorar y defender sus espacios de amistad. Tal vez, pueden ser menos exigentes, estar mejor predispuestos a pasar un buen momento. Por lo general el hombre suele buscar este espacio para distenderse, reírse, compartir un deporte o situaciones más puntuales. Tal vez es menos común que se reúnan con el solo propósito de hablar de sus problemas o algún acontecimiento particular de su vida.

No solo en este aspecto, sino en una perspectiva general, los hombres suelen ser más puntuales en relación al motivo por el cual se encuentran, luego si surge algo más personalizado, es posible que se lo relacione con lo casual.

Ellos suelen ser más espontáneos, menos juzgadores de los hechos o del amigo que tienen en frente y en muchos casos más vehementes para resolver las diferencias o conflictos de manera operante y directa.

La amistad tanto para hombres y mujeres, es un vínculo que nos permite ser libres, responsables, entender otras realidades, que nos refleje las propias, comprender que nuestro sentir es amplio y que somos seres multifacéticos.

Los amigos cuando nos regalan aires de comprensión, auténtica aceptación, nos alivian en nuestra forma de ser, nos liberan de la angustia de sentirnos solos.

Con amigos nos auto-regalamos afectos, podemos des-condicionarnos y acercarnos, ser la mejor opción de nosotras mismas, ya que, para la construcción de este tipo de vínculos, necesitamos poner en marcha nuestra propia confianza y compromiso para poder valorar la de ellos/as.