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Vie, Mar

Lipedema: una enfermedad crónica entre el dolor y el autoestima

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Las piernas representan un símbolo para cada una de las mujeres. Tenerlas espléndidas en cada ocasión que las exhiba conlleva una preocupación y ocupación ante cada acontecimiento. Sin embargo, existe una problemática que hace que muchas mujeres sientan vergüenza de mostrarlas y, además, genera muchos problemas de salud: el lipedema.


 Se trata de una enfermedad inflamatoria crónica progresiva, que afecta al 11% de las mujeres en el mundo (es poco frecuente en hombres) y se caracteriza por un trastorno en la distribución de la grasa que compromete principalmente los miembros inferiores, aunque también puede alcanzar los miembros superiores, y se acompaña de edema y dolor.

Es fundamental reconocerla y diagnosticarla correctamente, ya que es común que se confunda con obesidad y linfedema (acumulación anormal de líquido en el tejido blando debido a una obstrucción en el sistema linfático), lo que retrasa su tratamiento y empeora las condiciones.

El alto desconocimiento que existe sobre esta problemática y las fallas en el diagnóstico imponen un abordaje más exhaustivo y comprometido, razón por la cual este tema fue uno de los focos principales del XVIII Congreso Internacional de Flebología y Linfología del Colegio Argentino de Cirugía Venosa y Linfática, que se realizó del 6 al 8 de junio en el Hotel Intercontinental de Buenos Aires, con la participación de más de 25 especialistas internacionales.

¿Cómo reconocer el lipedema?
Una de las principales características de esta patología es el dolor y la dificultad para mover las articulaciones que esta acumulación excesiva de grasa provoca.
“La distribución de la grasa es simétrica, pero tiene una característica patognomónica: respeta los pies y las manos, en el caso de la afectación de ambos miembros”, describe la Dra. Mabel Bussati, presidenta del Colegio Argentino de Cirugía Venosa y Linfática y organizadora del XVIII Congreso Internacional de Flebología y Linfología.
Si bien su origen es aún desconocido, la especialista explica que intervienen en algunos casos causas genéticas, familiares, hormonales, inflamatorias o metabólicas.
Los signos del lipedema son variables: sensación de pesadez y tumefacción, que no mejora con el reposo, y edema. “La deformidad de los miembros es siempre simétrica, a diferencia del linfedema que es uni o bilateral. Aparecen múltiples telangiectasias (arañas vasculares) en las áreas afectadas y hematomas espontáneos por fragilidad capilar”, describe la Dra. Bussati.

También, agrega, “conlleva a una insuficiencia dinámica del sistema linfático, con acumulación de líquido intersticial, que en el progreso de la enfermedad puede evolucionar hacia un lipolinfedema, que se trata nada menos de una peligrosa combinación de lipedema y linfedema”.

Con el progreso del lipedema, la temperatura de la piel se torna fría y la coloración es pálida. Además se agrava el dolor, tanto a la palpación como espontáneo, que en formas severas no cede con analgésicos comunes, ya que las masas lipomatosas comprimen las terminaciones nerviosas y receptores del dolor.
En estadíos más avanzados, los miembros muy voluminosos afectan las articulaciones, lo que provoca fuerte dolor y dificultad para la movilización, así como posturas viciosas que complican el cuadro.
Las deformidades de los miembros producen distintos grados de discapacidad y estrés psicológico, porque los pacientes tienen alteración de la imagen corporal y afectación de la autoestima. A raíz de esto, pueden padecer ansiedad, depresión, trastornos del sueño y, en casos graves, evolucionar hacia la demencia.
En el número escaso de hombres afectados se localiza fundamentalmente en el tronco superior (síndrome de Popeye) y se relaciona con el alcoholismo y alteraciones hepáticas.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico es fundamentalmente clínico, mediante inspección y palpación. En tanto, la presidenta del Colegio Argentino de Cirugía Venosa y Linfática y organizadora del XVIII Congreso Internacional de Flebología y Linfología subraya que los métodos auxiliares de diagnóstico permiten establecer concomitancias de otras enfermedades, por lo cual es importante tener el perfil endocrinológico del paciente y saber cuáles son las comorbilidades que presenta, para tratarlas.

Al ser una afección crónica, no tiene cura definitiva, pero sí tratamiento, que evita la progresión de la enfermedad a formas invalidantes.

La Dra. Bussati explica que el tratamiento se divide en médico y kinésico:
- Es muy frecuente, por falta de conocimiento de la enfermedad, que a las enfermas con lipedema se les trate con una dieta. El lipedema no se modifica con la dieta, pero sí es importante mantener el control del peso y el índice de masa corporal.
- La actividad física es fundamental para combatir el sedentarismo. Los ejercicios deben ser acordes a sexo, edad, ocupación y patología que presentan. Los ideales son la caminata, bicicleta y, en especial, gimnasia acuática, ya que en el agua las articulaciones no sufren el impacto, de manera que no repercute el peso corporal y la masa de agua ejerce compresión sobre las masas adiposas. El ejercicio debe apuntar al fortalecimiento de las bombas musculares impulso aspirativas que mejoran el retorno venoso y linfático.
- Terapia física combinada: o sea, el drenaje linfático manual, la presoterapia secuencial intermitente, la compresión adecuada y el ejercicio son esenciales.
- El Taping (vendajes neuromusculares) mejora notablemente el drenaje linfático venoso y el dolor de las masas lipedematosas.
- La cirugía, reservada a un número menor de pacientes, puede ser realizada por un equipo entrenado en estas afecciones. Por ejemplo, la liposucción de las masas adiposas.
- Son importantes los talleres educativos teóricos prácticos para los pacientes. Se trata de grupos con quienes padecen trastornos similares y el equipo médico tratante, donde se les enseña sobre la génesis de su enfermedad, su tratamiento y cómo convivir con ella para tener una mejor calidad de vida.