Somos seres mitológicos

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Los mitos tienen una función, se crearon y se crean para otorgar un respaldo narrativo a las creencias fundamentales de la comunidad, de las sociedades, del sistema.

Las creencias son... creencias. Es dar por cierto algo que no está del todo comprobado (porque nunca nada está del todo comprobado); pero brindan un significado, razones suficientes para que podamos vivir y asimilar la vida de alguna manera. Podemos adoptar creencias constructivas o destructivas, cada uno elige, eso está a la vista y ese es otro tema.

Que no existan verdades absolutas no significa ni implica que no existan ideas plenas, potentes, que nos impulsen con más vigor y entusiasmo hacia nuestra realización, pero hay que encontrarlas y quizás hasta inventarlas.

La existencia de los mitos explica por qué en determinados momentos sociohistóricos algunas conductas o hábitos son deseados, esperables y por qué en otros momentos pierden valor, funcionalidad. El mito define qué va siendo relevante para el argumento de la creencia que propone y lo sustenta.

Nos cuesta reconocer que la vida es mitológica: se explica y tiene la lógica de un mito, de una historia construida que nos da texto o referencias para vivir. Es tan estructural, opera tan constitutivamente de todas las cosas, que no lo notamos.

Es paradójico o dilemático si se quiere; pero no podríamos nacer ni vivir sin argumentos, sin una cultura que nos contenga y nos dé identidad; pero a la vez crecer y ser consciente de que es una construcción social con la que podemos o no comulgar, nos hace sentir algo desprotegidos en la valentía de tener que construir nuestra vida con reformulaciones de lo anterior, incluyendo los sentidos que nos permitan participar activamente de nuestro propio desarrollo.

Cada pueblo tiene una cultura, y cada cultura es un mito: un conjunto de creencias, hábitos y costumbres construidas y validadas a través de las distintas generaciones, por el Hombre.

Muchas veces vivimos como si existieran verdades únicas que debemos descubrir o alcanzar, "creyendo" que lo común es lo normal y lo distinto es el desvío de la norma.

Lo común es la expresión de un mito que pudo sobrevivir al paso del tiempo: puede seguir vigente de manera funcional o disfuncional. Ocurre que cuando un mito se hace disfuncional crónico, y no se explica sólo por razones particulares de las personas que lo encarnan, nos pone ante el desafío de reformularlo.

Lo distinto, la persona que presenta conductas no convencionales, no tradicionales que simplemente no siguen lo que se supone debe seguir, pueden ser emergentes de lo nuevo que necesita ser integrado, lo cual obliga a una reformulación paradigmática.

Los mitos deben ser cuestionados, modificados, cuando la historia que cuentan no se condice con nuestras necesidades y lo único que hacen es resistir un cambio que necesita surgir. Necesita surgir porque genera un sufrimiento, un sentimiento de desadaptación que se percibe, por lo menos, como injusto.

El mito debe contener creencias y valores que nos ayuden a construir historias que nos contengan en nuestra singularidad y nos permitan recrear al mundo externo como un contexto que nos puede contener más de las veces. Que construya vida, donde Eros (el Dios del Amor) resista y gane la batalla contra Tánatos (el Dios de la Muerte). Si Tánatos tiene el poder de cambiar sus formas de aparición y ataques con el tiempo, ¿por qué no le damos a Eros herramientas similares de transformación?

Esto recién empieza.

¿Cuál es tu mito? La historia que te creaste al momento sobre los hechos de tu vida, sobre la vida en general ¿te construye o te destruye?

Podes cambiarla, tiene la estructura de un relato.