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Mié, Abr

Delmira Agustini – La poetisa más pasional de hispanoamérica

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Yo muero extrañamente... No me mata la Vida.
No me mata la Muerte, no me mata el Amor;
Muero de un pensamiento mudo como una herida...
Delmira Agustini

 

Delmira Agustini fue una poetisa uruguaya que marcó un hito en la lírica hispanoamericana por su original forma de escribir y por animarse a tocar temas considerados oscuros para una mujer, tales como el erotismo y la sexualidad femeninos. Buscó siempre el amor y sintió encontrarlo al lado de un hombre que la amaba enfermizamente, tal es así que prefirió asesinarla antes de no tenerla, y después terminar también con su vida.

Delmira Agustini nació en Montevideo, Uruguay, el 24 de octubre de 1886. Su madre fue María Murtfeld Triaca, argentina, y su padre el uruguayo Santiago Agustini. La familia pertenecía a la burguesía conservadora y a pesar de que su mamá fue sobreexigente y autoritaria y no la dejó ni a sol ni a sombra, a la niña no le faltó cariño y siempre tuvo todo lo que quiso. Antes de entrar a la primaria ya sabía leer y escribir perfectamente, después estudió francés, música y pintura, todo gracias a las enseñanzas de sus padres.

Se inició en el arte de la escritura, tal vez producto de su majestuosa imaginación y la melancolía que a veces sentía. Y de esos sentimientos surgían unos versos que emocionaba a sus seguidores, por su forma de escribir particular y más aún a su corta edad.

Algunas de sus prosas se publicaron en la revista La Alborada, muy leída en su país y después en Apolo. Así comenzó a hacerse conocida y respetada por los lectores y también por los intelectuales de la época. En 1907 editó su libro de poemas, El libro blanco, años más tarde, Cantos de la mañana y Los cálices vacíos.

Perteneció a la Generación del 900, al igual que Leopoldo Lugones y Rubén Darío quien argumentaba que Delmira era la única mujer que podía expresarse como tal en toda Hispanoamérica y que por ello le provocaba la más profunda conmoción la  lectura de sus trabajos. También fue parte de la Generación del Río de la Plata.

Amiga de conocidos escritores, mantenía correspondencia con prestigiosos como el ya citado Rubén Darío y con Manuel Ugarte, de quien parecía que se había  enamorado.

Por la temática que usaba y la manera de encararla fue juzgada por quienes no supieron apreciarla. Delmira hablaba sin tapujos sobre el sexo y el erotismo femenino, las fantasías, la melancolía y el amor, en una época donde la sexualidad de la mujer era escondida.

Por eso llamaba la atención, más siendo una mujer recatada a la que no se le habían conocido historias pasionales o bien no las había tenido. Indudablemente, en sus trabajos, dejaba volar sus deseos y pasiones reprimidas, volcándolas en un papel para hacerlas realidad. Por las noches se dedicaba a escribir, encerrada en su cuarto, donde se sentía libre.

El erotismo fue el leit motiv de sus creaciones, y llamaba a Eros, uno de sus principales personajes, su padre ciego. Su originalidad era debido a que no se imponía reglas a la hora de escribir, eso la llevó a ser la poetisa más destacada del Modernismo. Su audacia se igualó, o a veces hasta superó, a la de los hombres, por eso perturbó a los pacatos.

Después de noviar con Amancio Sollers, conoció a Enrique Reyes y después de cinco años de relación, en agosto de 1913 se casaron. Pero el idilio que tenían se fue esfumando, su marido le recriminaba que lo dejaba de lado por sus poesías, y Delmira no soportó convivir con él por sus malos tratos y al mes y medio volvió a la casa de sus padres, para luego pedirle el divorcio que se aprobó a mediados del siguiente año. Entretanto la amenazaba. De todos modos se seguían frecuentando, pero como amantes.

Esta aventura terminó mal, Reyes la amaba tanto, a su manera enfermiza, que al no poder tenerla como antes, la citó como tantas otras veces en un departamento,  después de estar un rato juntos le pegó dos tiros y luego se mató él.

El hecho tomó estado público y la gente se sorprendió porque Delmira siempre tuvo perfil bajo y nunca estuvo metida en problemas.

Diez años después de su muerte, se editaron obras de ella. Vale la pena conocer a Delmira Agustini, quien fue una de las iniciadoras de la poesía femenina hispanoamericana y que con sus obras llegó al corazón de quienes supieron apreciarla.