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Jue, Mar

¿Cómo seducir a una mujer?

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En algún momento siniestro entre el Nokia 1100 y el Samsung S5 nos olvidamos del hermoso juego de la seducción. “Sole, si no fuera por el WhatsApp, no levantaríamos nunca” me dice con convicción un chico en Babushka mientras apura un sorbo de cerveza y, después de pensarlo un poco, agrega con cierto conformismo “y bueno, estamos acostumbrados a que nos encaren las mujeres, después de todo siempre deciden ustedes”. El problema está en que las Mujeres alfa ya tomamos la iniciativa en todo lo que hacemos, tomamos decisiones todo el tiempo y lo último que queremos es a un tipo al cual, además, tenemos que encarar nosotras.

 

Cuando comencé a salir (¿se acuerdan de los asaltos en las casas donde las chicas llevábamos comida y los chicos bebidas?) ellos se acercaban por la espalda y con un dedo te tocaban un hombro con un golpeteo que estaba lleno de expectativa. Sabías que le gustabas a alguien y en esos segundos en los cuales te dabas vuelta, imaginando que al fin era el chico de tus sueños, el corazón se te salía del pecho.

Ahora todo se arregla y desarregla por chat. Para cuando nos vemos cara a cara, ya todas las cartas están sobre la mesa y lo más emocionante que nos pasa es ver “escribiendo” en nuestra pantalla. Por supuesto la virtualidad nos protege, evitamos exponernos y, con eso, la frustración. Porque si hay algo que la era de la hipercomunicación nos enseñó, es a evitar el fracaso a toda costa. Y si existe, escondámoslo bajo la alfombra antes que alguien se de cuenta.

Por suerte todavía existen los valientes y nos dice un lector: “los hombres no tenemos idea qué las seduce, solo sabemos que a veces tenemos suerte y a veces no”. Bueno, para aquellos que sí quieren saber qué nos seduce, a continuación el resultado de mi investigación.

Para seducir se necesita de dos cosas que están en falta en estos tiempos: dedicarle tiempo al otro y escucharlo. ¿Me van a decir que es fácil? Para muestra basta un botón. El otro día salí con un chico que me llevó a comer un helado y me encontré en la siguiente situación:

Él: ¿qué querés?

Yo: Un helado chiquito

Él: Pedite un cucurucho

Yo: No, gracias. Vengo de un asado, comí muchísimo... con uno chiquito está bien.

Él: ¡Pero dale! Pedite un cucurucho que pago yo. ¿No me vas a decir que estás a dieta?

Yo: No es una cuestión de plata ni de dieta, no quiero un cucurucho.

Él: Pedite el cucurucho que casi no hay diferencia en el precio. De última si no lo comés, lo tirás.

Son esos momentos donde el mundo se desdobla en varias situaciones que se suceden al mismo tiempo. Por un lado la conversación que una mantiene consigo misma: “¿estoy hablando en ruso que este tipo no me entiende?” Por otro lado la conversación silenciosa que se mantiene con la cajera de la heladería: “perdón, no soy yo, es él” y ella con sólo un gesto nos dice “no te preocupes, nos pasa a todas”. Las miradas impacientes del resto del público, que a esta altura ya se fue armando en una larga cola, que entre resoplidos parecen decir: “dale nena, agarrá el cucurucho y dejate de... ”Por último la conversación que nos parece escuchar dentro de la cabeza de nuestro pretendiente: “le compro un cucurucho y con esto la mato de amor”.

Yo: (tomando aire y ya molesta por la dimensión que tomó este sencillo acto de comprar un helado) uno chiquito por favor.

Él: No me vas a decir que te enojaste por esta pavada.

Yo: (silencio)

Él: Pedite pomelo a la crema que es buenísimo.

Yo: No me gusta el pomelo.

Él: Pero este te va a gustar, es riquísimo. ¿Vos sabés que es la especialidad de esta heladería? ¡Pedite pomelo a la crema!

Dentro de la cabeza de la mujer no es una pavada, por eso la nota UNO para seducir a una mujer es: si te estoy diciendo lo que necesito, escuchame, porque es eso lo que estoy esperando de vos.

DOS, algo muy característico de las Mujeres alfa es el exceso de actividades y de responsabilidades por eso cuando alguien nos dice: “olvidate, yo me ocupo” es el equivalente al mejor piropo, sumado al mejor regalo, sumado a ganarse la lotería, todo en uno. Las Mujeres alfa no podemos ni queremos poder con todo. A mí no me mandes flores ni mensajes melosos, arreglame la canilla que gotea hace un año y será el mayor gesto de amor que pueda recibir.

TRES, algo que valoramos mucho las mujeres es la honestidad. Poné las cartas sobre la mesa y con esa información yo decido si me embarco o no a una relación del calibre que sea. Ni líneas aprendidas de memoria, ni frases hechas, ni descripciones de nuestro cuerpo o vestimenta.

CUATRO, “a las palabras se las lleva el viento” dice mi mamá y por eso es mejor que dediquen menos tiempo a armar frases perfectas, y más a demostrarlo con hechos. Y hablando de los pequeños grandes gestos, una situación que se repite en casi todos los hogares:

Él: ¡Sos tan hermosa! Por vos iría hasta el fin del mundo.

Ella: ¡Qué divino! ¿No me traés un chocolatín del kiosco?

Él: ¿Ahora? Está por empezar el partido...

CINCO, quienes pasamos cierta edad ya no tenemos paciencia para los renegados de la vida a lo James Dean y mucho menos a los que se hacen los James Bond seductores seriales de mujeres que creen conocer todos los secretos de la psiquis femenina. Hace poco vi un stencil del artista plástico Guille Pachelo que decía: “Donde hay amor, no hay giladas” y lo tomé como bandera. Porque cuando salimos con alguien no sabemos si será el amor de nuestras vidas o un chongo de paso, pero lo que nunca tiene que faltar es el respeto por el otro, lo demás son giladas.

SEIS, por último, si sos de aquellos hombres que dicen que estamos todas desquiciadas, te dejo un consejo: si querés cuerdas, comprate una guitarra, a nosotras hay que querernos locas.