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Sáb, Abr

Violencia en el noviazgo de adolescentes, una señal que no debe pasar desapercibida

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Sabemos que la adolescencia es una etapa en la que el ímpetu se encuentra a flor de piel. Es que los jóvenes necesitan mucha energía para desandar los caminos de niños y comenzar a constituirse dispuestos para poder, en un futuro inmediato, afrontar la gran sociedad que los espera.

El enamoramiento, la pasión y el deseo, también toman un lugar significativo. Las primeras relaciones amorosas pueden, o no, traer las primeras experiencias de una intimidad sexual compartida con la pareja. Parte de estas “nuevas situaciones”, siendo intensas, deberán entender y afrontar.

Por lo general, los primeros noviazgos aparecen en estas edades y los jóvenes irán probando distintas maneras para relacionarse. Sin embargo, la personalidad de cada uno y su historia familiar y social, serán sin duda aspectos de gran incidencia al momento de actuar con los otros.

¿Sería importante trabajar con los adolescentes para que estas primeras experiencias resulten favorables?

Precisamente acercar información idónea en relación a los vínculos y sus características, promover espacios grupales e individuales de debate y reflexión en relación a cierta conceptualización, puede resultar muy positivo. Generar conciencia de lo que significa la libertad de elegir, la autonomía, la responsabilidad y el respeto por uno mismo y por los otros, tendría un peso significativo al momento de conformar una pareja.

Podemos sorprendernos mucho cuando dialogamos con los  jóvenes sobre estos temas. Entre los códigos y las falsas creencias respecto al amor, la sexualidad, sumado al temor que se genera, en muchas adolescentes, de perder “el amor de su vida”, o llegar a sentirse excluida o rechazada en su grupo de pertenencia, en muchos casos es suficiente motivo para actuar sometiéndose a los requerimientos, extorsiones, condicionamientos, malos tratos, etc., de parte de quienes dicen amarlas.

En el caso de muchas mujeres, es necesario considerar que aquellas que han padecido situaciones violentas con su pareja en la convivencia, ya habían tenido señales en el noviazgo, que minimizaron y desatendieron.

¿Cuáles pueden ser estas señales?

En este punto es importante definir cuándo se considera que una persona puede ser violenta. Aquí tenemos que decir que es cuando una persona ejerce poder sobre otra, con amenazas, desvalorización, sometimiento, maltrato físico y psíquico, logrando manipularla según sus deseos y/o exigencias.

Empujones, apretón de manos, pellizcos, torceduras de brazos, tirones de cabellos y golpes, pueden ser parte de las acciones referidas al maltrato físico. Entre los jóvenes es habitual observar que se agredan corporalmente. Es muy necesario trabajar sobre  este accionar y la conciencia de lo riesgoso que puede ser el perder de vista los límites del buen trato.

Celos infundados, restricción de salidas o encuentros con otros,  descalificación, indiferencia, insultos, amenazas, negación de la realidad, falta de consideración, culpabilizar, no hacerse cargo de lo propio, burlar, comunicación confusa y ambivalente, puede ser parte del acoso y maltrato psicológico, que va desbastando la autoestima y la confianza que pueda tener la víctima en sí misma.

Comprender tempranamente que quien actúa de esta manera está lejos de amar, y cerca del acoso o abuso, es dar un paso adelante muy grande en la construcción de un vínculo saludable, donde la joven pueda sostenerse ofreciendo los límites necesarios a la “nueva pareja” que se está formando. Es común que se confunda actos posesivos o controladores en extremo, con el hecho de amar mucho. Amar de manera amorosa y libremente comprometida, requiere como primer punto de partida, otorgarse mutuamente el voto de confianza en ambos integrantes.

Por ejemplo, suele ser  habitual en un noviazgo donde el joven es manipulador y violento, encontrar mensajes extorsivos y culposos para que la joven responda a sus requerimientos sexuales.

Aparecerán reclamos respecto a la vestimenta, simpatía, expresiones de la joven en relación al encuentro con los otros.

Pueden surgir también, manifestaciones que descalifiquen a sus amistades, en especial con aquellas que son significativas y que pueden representarle una amenaza en cuanto a la llegada e influencia que tengan con su pareja.

Estas personalidades que generalmente se presentan como amigables, sociales y muy seductores, hacen sentir a su compañera/o que son capaces de cubrir todas sus necesidades, pero en realidad las únicas necesidades que van a cubrir son las que atiendan a sus propios fines y deseos.

Cuando estas características se presentan en el vínculo con la pareja, es necesario darle el valor e importancia que tienen, no minimizarlas, ni pensar que luego de las disculpas, puedan desaparecer como por arte de magia. Quien fue ganando terreno en estas formas no lo cederá fácilmente. Lo conveniente es hablar con personas que puedan ayudar a aclarar conceptos, padres, profesores, amistades, etc. y si la joven o el joven, ha sentido alguna vez temor respecto a  la reacción del otro,  no dudar o descartar la ayuda profesional psicológica y/o legal.