Nos gusta la primavera porque es renacimiento. Conecta con nuestro espíritu y vitalidad que busca siempre crecer y preponderar por sobre nuestras tendencias más pasivas.
Nos recuerda que ahí estamos, que nuestra esencia sigue intacta, con ganas de florecer, que aún cuando alguna angustia se haya instalado en nuestro invierno interior, nuestra alma busca el sol de nuestras esperanzas y se expande con la confianza en nosotras mismas y en nuestros sueños.
Porque el sol cálido acompañando nuestros días y aligerando nuestras ropas, nos recarga de energías, despierta sensaciones corporales agradables, nos hace sentir más conectadas y fluidas con nuestro entorno, que ahora tiene una incandescencia especial y nos invita a disfrutar del aquí y ahora.
La primavera sintoniza con nuestra naturaleza femenina, que todo lo cuida, lo hace crecer y florecer, refuerza nuestra espiritualidad sabiendo que el paraíso es un estado de conciencia que se habita en las virtudes del agradecimiento, del amor a nosotras mismas y a nuestros esfuerzos cotidianos por transformarnos y evolucionar a través de nuestros miedos y obstáculos a superar, en la sensibilidad que capta al otro y le muestra su compasión.
La primavera nos hace más sensibles a los encantos sutiles de la vida, y nos estimula a percibir la fragancia del amor y de las cosas bellas en todo aquello que estemos viviendo.
Bienvenida Primavera que activa nuestra disposición a la felicidad!