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Lun, May

Síndrome metabólico: A mí me gusta comer, y ¿a quién no?

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Comer sin pensar y ser consumistas compulsivas son las principales razones que llevaron a la sociedad occidental a una pandemia de lo que se conoce como síndrome metabólico.

 

El síndrome metabólico se considera a un conjunto de signos y síntomas que abarcan hipercolesterolemia, diabetes, hipertensión y obesidad. Tiene múltiples orígenes, si bien en una pequeña proporción es genético, ésto está expresado por los hábitos alimentarios de occidente asociados al sedentarismo propio de las ciudades. 

 

La forma de vida “civilizada” nos lleva a alejarnos tanto de la naturaleza que nos volvemos adictas a formas de alimentación totalmente artificiales (harinas refinadas, golosinas, frituras, fast food). La adicción a alimentos industrializados con gran falta de frutas y verduras y granos en estado natural es exacerbada y sostenida por un síndrome de ansiedad que se extiende asociado al consumismo.

 

La tiranía de la ambición relacionada muchas veces a las ansiedades personales llevó a emparentar al  estrés y al síndrome metabólico, que son un círculo vicioso y eterno.

 

Solamente tratando el estrés, la visión del estilo de vida que tiene cada persona, los tiempos que se concede a una actividad física placentera y a un hobbie, se puede pensar en revertir el síndrome metabólico por estar tan asociado a los hábitos de vida y al equilibrio mental.

 

Se suele repetir eternamente la frase “a mí me gusta comer”, y la repregunta sería “¿a quién no?”. Si no hubiera placer en el comer no tendríamos el reflejo de supervivencia, que, lamentablemente, se envició y a diferencia de los animales, que comen por verdadero hambre, el ser humano es el único que come además, por nervios, depresión y placer. 

 

¿Cómo lograr buenos hábitos alimentarios?

-Incorporar a las comidas diarias semillas de chía, sésamo, girasol y lino: según la tolerancia digestiva (si produce distensión abdominal) conviene agregar de a una por vez las semillas, para probar la  tolerancia.

-Las semillas se pueden mezclar, todas o algunas de ellas. Según el gusto, comerlas con frutas cortadas, ensalada de frutas, tostadas con queso untable, yogurt, sopas crema o ensaladas de verdura.

-La dosis de semillas diaria será según el gusto, la tolerancia digestiva o el peso. Se recomienda entre cuatro a ocho cucharadas soperas de la mezcla a lo largo del día.

- En la práctica, para lograr un vaciamiento lento del estómago, se deben comer las harinas junto con las fibras, como por ejemplo: pastas y arroz siempre mezclados con todo tipo de verduras. Pan y galletitas hechos de harinas integrales y mejor aún con gran cantidad de semillas. Postres o dulces hechos a base de frutas e ingeridos luego de la ingesta de fibras antes mencionadas.

Con esta nueva rutina en tu dieta vas a lograr una mejora en tu organismo que te hará sentir mejor en todos los aspectos de tu vida. No dejes de incorporarla.