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Vie, Mar

No me arrepiento de lo que contigo viví

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No es lo mismo soltar, dejar ir, que desvanecerse en medio de un vínculo. Las personas no tienen la propiedad de desaparecer, no pueden esfumarse y sin embargo hay quienes actúan de cierta forma en la que logran que la otra parte que se encuentra implicada en ese vínculo que han conformado, sienta esa sensación de que solo fue un espejismo.

 

 Resulta que esta manera ágil, liviana y desconsiderada de terminar con un vínculo, es utilizada en estos tiempos con mayor frecuencia por muchas personas, sin detenimiento, reflexión o compromiso y sin poder considerar y comprender las consecuencias negativas que esta forma de terminar, conlleva.

Estamos hablando lo que hoy comúnmente llaman “ghosting”. El hecho de desaparecer de un vínculo amoroso, podemos afirmar que no es algo que corresponde solo a estos tiempos.

Sin embargo, hay espacios que resultan auspiciosos para esta posibilidad: las redes sociales de la web, el uso de whatsapp, son lugares en donde esto puede resultar una práctica recurrente.

El hecho de desarmar vínculos sin considerar a las personas, decididamente no favorece ni a los que quedan en espera, ni a los que no se despidieron.

Quien no se despide, no cierra

No es absurdo pensar que cuando se tiene dificultad para valorar a otro, también suele haber gran dificultad para valorarse así misma, incluso, más allá de las diferencias, de los enojos, de darse cuenta que lo que se suponía no se corresponde con la realidad. El temor de sentir la amenaza de ser rechazada, no querida, muchas veces hace que la persona se esfume, antes que la inviten a retirarse.

Otras tantas veces el miedo a los conflictos hace que las personas se evadan y desaparezcan sin dejar rastros porque no saben cómo afrontar las situaciones.

Por otro lado, no detenerse para finalizar un vínculo, puede también dejar en el individuo, la inquietud, incomodidad de lo que queda pendiente. La sensación de huida, de evasión, suman negativamente a la hora de mirarse en el propio espejo.

Este accionar también puede ser el resultado de no animarse a afrontar las distintas situaciones, compromisos o promesas realizadas, quedando en el aire el sentimiento de frustración de lo no resuelto.

Quien queda en espera sin respuesta se confunde y se frustra

Esa situación indescifrable, puede ser un atentado al bienestar y la autoestima para aquel/la a quién le falto la palabra que le permita comprender lo ocurrido.

La sensación de no saber si hizo o dijo algo inadecuado, el creer que no fue considerado/a, ni lo suficientemente significativo/a para un otro/a, dejan muchas veces a la persona situada en un vacío angustiante de incertidumbre, que les resulta complejo de superar.

Qué hacer con la no respuesta

No siempre se puede saber cómo será la conducta de alguien que se relaciona con uao, pero, sin embargo, se tiene toda la autoridad y el poder para decidir qué hacer cuando alguien se desvincula de esa manera.

Correrse del lugar de la espera y la victimización será el primer gran paso para poder sobreponerse.

Algunas personas muestran una tendencia a querer ver cuál es la responsabilidad que tienen en esa situación, tienden a sentir culpa e, incluso, pueden angustiarse. También puede ser que se obsesionen en hacer un rastreo de la persona, buscar por donde transita, qué lugares frecuentan intentando ocasionar un encuentro. Probablemente ninguno de estos caminos conduzca a respuestas certeras.

El enojo con una misma, también es un sentimiento que puede aparecer en estos casos, como la tendencia a las generalizaciones, que impregnen el pensamiento de “nunca más”, “siempre es lo mismo”, “nadie merece mi confianza”.

Hablando de confianza

La confianza se deja crecer cuando se logra confiar en una misma, sabiendo que de las frustraciones no solo se aprende sino que, además, fortalecen. Confiar en las propias precepciones, en la lectura de las señales que llegan de quienes se vinculan con una, intentar conocer al otro en lugar de idealizar, ayudará a tener más certezas de lo que acontece alrededor.

La indiferencia al otro, la desconsideración solo conduce a los oscuros caminos de la soledad, la vulnerabilidad y la sensación de vacío.

Reconocer el valor que tiene cada ser, aún en las diferencias, nos pondrá frente a un gran espejo que, sin duda, nos devolverá imágenes semejantes.