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Vie, Mar

Liz Taylor – Homenaje a una leyenda de Hollywood

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 Liz Taylor tuvo uno de los rostros más perfectos del cine mundial, y era una mujer extremadamente sensual, ésto sumado a su nivel actoral, la llevó a hacer innumerables films con partenaires de su mismo baluarte. También participó en series televisas y en obras de teatro. Enamoradiza por naturaleza, en el transcurso de su vida, se casó con siete hombres, y con el que consideró su único amor, lo hizo en dos oportunidades. En los últimos años su salud le jugó una mala pasada pero luchó y pudo salir adelante hasta que en marzo su corazón dejó de latir, agotado por tantas operaciones previas, alcohol y desórdenes alimenticios. Siempre fue solidaria con instituciones de lucha contra el cáncer y el Sida y formó una Fundación que lleva su nombre.

Elizabeth Rosemond Taylor nació el 27 de febrero de 1932 en Hampstead, Londres. Hija de estadounidenses, su padre, Francis Lenn Taylor, era marchante de arte y su madre, Sara Viola Warmbrodt, actriz. Ella, como ya había dejado de trabajar, proyectó en su hija su deseo de continuar en el medio, por lo que al regresar la familia a Estados Unidos, le hicieron también la nacionalidad estadounidense para que pueda manejarse sin problemas en ambos países. 

Tenía un hermano mayor pero era ella quien debía cumplir el sueño de su mamá, por lo que fue a castings para publicidades, donde pudo demostrar sus dotes de pequeña actriz. Periodistas han confesado la bisexualidad de su madre y las infidelidades cometidas, con el fin que su hija obtuviera determinados papeles. Por otro lado, gracias al trabajo de su padre con las galerías de arte, Liz se contactó con grandes actores. 

En Londres había estudiado ballet y en su nuevo país inició su carrera con la actuación, colaborando en algunas comedias hasta que logró un papel importante en Fuego de Juventud, en 1944, con lo que comenzó a hacerse conocida. La Metro Goldwyn Mayer la contrató y pasó a ser una de las pequeñas actrices más destacadas y la mimada de Hollywood. A partir de entonces, se le dio una gran oportunidad en innumerables films que la condujeron a la fama siendo aún una adolescente.  

De niña fue muy linda y en sus actuaciones lucía angelical; a medida que iba creciendo irradiaba sensualidad y muchos hombres querían estar a su lado. Pero ella descubrió el amor con Guillermo Pawley, que pasó a ser su primer novio, de quien se enamoró perdidamente y al que le escribió cartas de amor en donde le confesó sus más profundos sentimientos. 

La relación no prosperó y al año siguiente se casó con el multimillonario Conrad Nicholas Hilton. Ella continuó con su trabajo de manera intermitente haciéndose cada vez más conocida a nivel internacional, aumentando sus presentaciones en los films, que, en su gran mayoría, fueron exitosos, y sus partenaires, galanes emblemáticos. 

Crecieron sus triunfos artísticos y su economía. Fue ganadora de diferentes galardones, del Globo de Oro, de los Oscar a mejor actriz por Una mujer marcada y ¿Quién le teme a Virginia Woolf? y en el 2000, la Reina Isabel II, la nombró Dama del Imperio Británico. 

No habiendo pasado el año de casados, la joven pareja comenzó los trámites de divorcio y al poco tiempo Liz se enamoró de Michael Wilding, un actor británico, con quien se casó y tuvo dos hijos: Michael y Christopher. Al cabo de cuatro años de matrimonio, se separaron. Ella con sólo 24 años ya había tenido dos maridos, pero iba por más. Mike Todd, un gran productor de cine, fue su tercer esposo y nuevamente quedó embarazada de una nena, Elizabeth Frances. Pero el destino hizo que al año, su amado sufriera un accidente aéreo en el que perdió la vida. 

Siguió criando a sus tres hijos, sin dejar de trabajar, ambas cosas le daban fuerza, y nunca perdió la esperanza de encontrar un nuevo amor. Así lo hizo con el cantante Eddie Fisher, el mejor amigo de su tercer marido, casado con Debbie Reynolds, gran amiga de la actriz, que se enemistó a causa de esto. Sin escuchar a nadie ni pensar en el qué dirán, decidieron unirse en matrimonio en 1959, a pocos meses de la muerte de Mike. 

Filmó muchas películas, algunas inolvidables como los clásicos Gigante, de un éxito espléndido junto a James Dean y Rock Hudson, con quien inició una amistad, y Cleopatra, en donde su protagónico pasó a ser uno de los más importantes para ella, por lo que fue la actriz mejor paga hasta entonces. Durante el rodaje, Taylor se enfermó de meningitis que, gracias a la apresurada intervención de los médicos, no pasó a mayores. 

Al compartir tantas horas de tabajo con Richard Burton iniciaron un affaire estando ambos casados. Esta relación causó otro nuevo escándalo en la vida de Liz, pero ella luchó por quien consideraba que era su único gran amor. Siguieron juntos, contrajeron nupcias en 1964, titulado por la prensa como el matrimonio del siglo, y adoptaron una nena, María. Cinematográficamente la pareja parecía funcionar bien por lo que se los pudo ver juntos en varios films. 

Si bien ambos se amaban, las discusiones que tenían eran serias y el alcoholismo que afectaba a ambos, difícil de manejar, por lo que después de diez años se divorciaron. Pero se dieron cuenta que no podían estar separados y volvieron a confirmar su amor en 1975. Los problemas de pareja continuaron y al año siguiente se separaron definitivamente.  No obstante, confesó, y está escrito en sus cartas, que fue el gran amor de su vida, su destino, del que realmente se enamoró, y consideró como su único matrimonio. Tal es así que cuando él murió ella se descompensó y estuvo muy mal por largo tiempo. 

La década del ´70 no fue buena para ella a nivel actoral, siendo criticada por aceptar trabajos que no tenían un buen guión. Por entonces, realizó diferentes participaciones en series televisivas. A su vez, su salud comenzó a tener altibajos, lo mismo que su peso.  

En 1976 se unió en matrimonio con el político John Warner y estuvieron juntos hasta 1982. El cambio de década le trajo nuevas oportunidades laborales que supo aprovechar. Siguió apareciendo en series de TV, retomó la pantalla grande, y participó en obras de teatro, siendo nuevamente partenaire de Richard Burton. Realizó giras por diferentes países, tanto para presentar películas como para trabajar en teatro. 

A nivel personal, tuvo que enfrentar una operación muy complicada porque tenía un tumor cerebral, pero con mucha fuerza y fe pudo salir airosa. En otra oportunidad le tocó batallar contra el cáncer de piel y con graves problemas en su columna que le costaron varias operaciones y el uso de silla de ruedas por un tiempo.

Hizo causa común con diferentes instituciones de luchas contra el cáncer y el HIV, marcada por la muerte de su amigo Rock Hudson. Por estas tareas humanitarias, recibió honores en forma de agradecimiento y en la última década efectuó varios eventos con el fin  de recaudar fondos para su propia fundación de lucha contra el Sida y para combatir el hambre de África y de Asia. 

Cada vez el alcohol le causaba peores daños, teniendo que realizarse curas de desintoxicación en instituciones; en una de ellas conoció a un obrero de la construcción, Larry Fortensky, y se volvió a enamorar. Se casó en Neverland, en la casa de su gran amigo, Michael Jackson, en 1992, y se divorció por octava vez en 1996.  

Su fascinación por las joyas la llevó a ser dueña de varias piezas, tener su propia casa de alhajas y editar un libro sobre ellas. También lanzó tres líneas de perfumes. 

Años más tarde, le diagnosticaron insuficiencia cardíaca congestiva. Cada vez más deteriorada físicamente, en general, no asistía a eventos públicos para preservar su imagen. Fue intervenida quirúrgicamente del corazón hace dos años, pero el 23 de marzo pasado, este órgano no resistió y falleció a los 79 años.  

Las cartas de amor que le escribió a Burton serán subastadas por Internet, al igual que algunas escritas por su madre a uno de sus primeros maridos. Libros de su vida serán reeditados y nuevas biografías saldrán a la luz. 

Liz Taylor dejó, en el mundo artístico, un enorme hueco que nadie va a poder tapar. Fue una mujer que nunca pasó desapercibida y seguirá siendo una leyenda del séptimo arte.