Los bebés del verano

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La alimentación de la embarazada en esta etapa es más liviana y frugal, esto ayuda mucho en la digestión atareada que tiene el sistema digestivo que se encuentra comprimido en el poco espacio que el pequeño en gestación va dejando a medida que crece.

 

 Nacer en verano es como seguir en la panza en comparación con la temperatura que rodea al recién nacido; su piel es muy fuerte pero delgada. Pierde rápidamente líquidos por lo que suelen necesitar más hidratación. El calor promueve siestas prolongadas que conviene controlar de cerca para evitar deshidrataciones.

Si el ambiente se refrigera, entonces es adecuado ponerle algunas ropas livianas para que pueda mantener mejor su temperatura corporal. La leche que produce una madre de bebé nacido en verano suele contener más cantidades de agua para poder compensar esa necesidad de hidratación.

Entonces, cuidando a la madre, estamos cuidando al bebé por carácter transitivo. Los bebés del verano reciben el frío con asombro, suele ser difícil vestirlos luego de haber vivido sus primeros meses tan sueltos de atuendos.

Los zapatos no son una propuesta muy posible para ellos, aún en la época invernal prefieren andar descalzos.

El verano es una linda estación para nacer y para convertirse en Madre.

El final del embarazo y el puerperio inmediato vividos durante el verano, invitan a vivir con un ritmo desacelerado.