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Vie, Mar

Neurorehabilitación: la aliada para mitigar las secuelas del ACV

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El Accidente Cerebro Vascular o ACV es una afección causada por la pérdida súbita del flujo sanguíneo o bien por el sangrado cerebral, que pueden producir la muerte de las neuronas al dejarlas sin oxígeno.

 

 

 “En la actualidad, los ataques cerebrales son la primera causa de discapacidad y una de cada seis personas en el mundo sufrirán al menos un ACV en su vida. Desde el momento en que se da el infarto mueren casi 2 millones de neuronas por minuto. Es por esto que el tiempo es tan importante para mitigar sus consecuencias. Quince minutos salvan mucho cerebro”, explica el Dr. Gabriel Persi, médico neurólogo, Jefe del área de Enfermedades Cerebrovasculares de INEBA.

 

Generalmente el ACV no mata pero sí es altamente discapacitante, ya que genera importantes limitaciones o secuelas físicas, cognitivas y/o conductuales.

 

En el país suceden unos 106 accidentes cerebro vasculares cada 100 mil habitantes al año y se estima que el 90% de las personas que sobreviven a este tipo de accidentes cerebrovasculares lo hacen con algún tipo de discapacidad, mientras que un 50% requiere ayuda de otros para desempeñarse en sus actividades de la vida cotidiana luego de pasar por una crisis de este estilo”, agrega el especialista.

 

Neuroplasticidad y neurorehabilitación, las claves para mitigar las secuelas del ACV

Las secuelas de los accidentes cerebro vasculares tienen un gran impacto en la calidad de vida de quienes lo sufren y en la de sus familiares, con una consiguiente repercusión a nivel laboral y económico.

Implementar el tratamiento médico dentro de las seis horas de producido el ACV puede evitar o disminuir estas secuelas, pero gran parte de los pacientes quedan con alguna de ellas. Es por esto que luego de esas seis horas, la única opción terapéutica para conseguir una mejoría funcional es la neurorehabilitación.

“La neurorehabilitación se basa en la recuperación de la función afectada por el ACV. Es un proceso educacional activo basado en la persona y su familia para conseguir la participación del individuo en la sociedad, lograr el mayor grado posible de independencia y así mejorar su calidad de vida”, explica la Dra. María Laura Saladino, neuróloga y Coordinadora Médica de la Unidad de Neurorehabilitación de INEBA.

La recuperación después de un ACV es dinámica y refleja la habilidad del tejido cerebral de adaptarse luego del daño, llamada neuroplasticidad. Esta rehabilitación modula los mecanismos de plasticidad influenciando positivamente el curso natural después de un ACV con programas intensivos de rehabilitación que pueden promover y estimular mejorando la función alterada. El cerebro aprende haciendo cosas por lo que necesita permanentemente un estímulo.

“La neuroplasticidad es tiempo dependiente, es decir, que es mayor cuanto menos tiempo transcurre desde el accidente cerebro vascular. Es por ello que debe realizarse en forma precoz, desde la etapa de la internación, cuando la persona afectada se encuentra clínicamente estable. Posteriormente, se puede continuar en forma ambulatoria en centros de diferente complejidad, hasta llegar a la rehabilitación en su contexto, o sea, en el ambiente en que la persona realiza sus actividades”, agrega la especialista.

Debe ser realizada por un equipo interdisciplinario y especializado que conozca la patología que está tratando y estar integrado por profesionales médicos y no médicos (kinesiólogos, terapistas ocupacionales, fonoaudiólogos, psicólogos, neuropsicólogos, psiquiatras, enfermeros, médicos neurólogos, etc.). Según la función alterada, será la designación del profesional que intervendrá en el proceso de la rehabilitación del paciente.

No siempre se verá afectada la función motora, limitando la actividad de la marcha o las actividades de la vida diaria como vestirse, alimentarse, la higiene o el manejo hogareño. Si bien esto es lo más visible, pueden afectarse otras funciones vitales como el lenguaje (su expresión o su comprensión) o la deglución, por lo que será de máxima importancia la tarea que desarrolle el especialista en fonoaudiología. A su vez, las alteraciones cognitivas que frecuentemente se afectan son la memoria y la atención y éstas deben abordarse con estrategias específicas de rehabilitación con neuropsicólogos.

Otro aspecto muy importante a tener en cuenta es el impacto en la esfera emocional. Se estima que un tercio de las personas que sufren un ACV desarrollarán cuadros depresivos, lo que hace imprescindible la labor del área de salud mental (psicólogos, psiquiatras y psicólogos del área de familia).

La recuperación del ACV varía de una persona a otra, según el tipo de accidente, la localización, la magnitud del daño, pero también del tiempo transcurrido, la edad, las comorbilidades y de las posibles complicaciones.

Es imprescindible incluir a la prevención dentro de los programas de neurorehabilitación, ya que es por medio de la educación que se puede lograr la modificación de los factores de riesgo y así lograr integrar la prevención secundaria- una vez ocurrido el ACV - con la terciaria en el contexto de la neurorehabilitación, que no sólo mejora las secuelas motoras, cognitivas y conductuales, sino también la calidad de vida del paciente devolviéndole independencia y logrando su reinserción social y laboral.

“Si bien el ACV se puede dar a cualquier edad, incluso antes del nacimiento, el riesgo de sufrirlo se duplica cada década desde los 55 años y ser hipertenso cuadriplica las posibilidades de sufrirlo. De igual manera, fumar puede duplicar o hasta triplicar el riesgo de un ACV tanto para el fumador como para el fumador pasivo y no hay que dejar de lado factores como la depresión y el stress que pueden derivar en un ataque de estas características”, advierte el Dr. Persi.