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Sáb, Abr

Tristeza y depresión ¿son lo mismo?

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A menudo, las personas, cuando no pueden identificar las causas de su malestar o angustia o cuando no encuentran los caminos para mejorar, pueden angustiarse aún más y aumentar sus fantasías en relación a un autodiagnóstico y llegar a designarse a sí mismas como depresivas.

 

Muchas veces la tristeza es confundida con la depresión. En el lenguaje cotidiano, pueden darse mensajes erróneos, realizar afirmaciones, al hablar de sí o de otros, con el riesgo de ir dejando estigmas y creencias acerca de la propia imagen, perturbando significativamente su bienestar.

Cuando las personas pueden comprender lo que sucede, puede resultar altamente aliviador. Es importante poder reconocer las diferencias básicas entre la tristeza y la depresión.

Como punto de partida es necesario señalar que la tristeza es una emoción, ocasionada por algo que se vive como una pérdida, y es pasajera, es decir que una vez realizado el proceso del dolor que se siente irá disminuyendo, acomodándose de otra manera o irá desapareciendo.

La depresión es un trastorno psicológico, duradero, suele ir acompañado de síntomas como la abulia, (estado de indiferencia, de apatía, en el que la persona se encuentra desalentada, desmotivada en general); anhedonia, (dificultad para hallar disfrute o placer); e incluso la tristeza también puede aparecer como síntoma de un estado depresivo.

Por otra parte, refiriendo a las causas que generan la tristeza, por lo general son fácilmente identificables y tienen que ver con sucesos concretos, como la pérdida de un ser querido, el desgaste de una relación afectiva, la frustración de algún proyecto, etc.

Si nos referimos a la depresión, es la resultante de aspectos sociales, psicológicos y biológicos. Las personas no siempre pueden identificar cuál es la causa de su malestar y ésto las angustia aún más. La vida cotidiana puede resultar afectada por falta de vitalidad, aislamiento, fatiga, trastornos en el dormir, dificultad para concentrarse, etc.

Cuando la tristeza se instala…

Considerando estas diferencias básicas, es importante saber que cuando la angustia tiende a quedarse y permanecer en un tiempo mayor de lo esperado, es suficiente motivo para buscar una solución o mejora de ese padecimiento que se está viviendo.

Es erróneo pensarse a sí mismo, justificando con distintitos argumentos la angustia que se lleva a flor de piel diciendo: “soy sensible”, “soy de lágrima fácil”, cuando en verdad a menudo se está sufriendo.

Algunas veces llegar a entender que una, es mucho más que sus circunstancias, es un camino que hay que animarse a recorrer, para renovar la propia mirada y reencontrarse con lo más profundo de su ser.

Sentirse bien y ser feliz es un derecho que se adquiere al nacer. Durante las primeras etapas de vida mucho dependerá del contexto donde la persona está inmersa, para que esta condición se desarrolle. Sin embargo, a medida que el ser humano va madurando y creciendo, deberá también aprender a construir su propio bienestar y felicidad con dedicación y compromiso.