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Vie, Abr

Desde dónde comenzar a erradicar a la violencia de género

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Hay estadística que muestran datos relevantes en relación a los femicidios y a la violencia de género. Más de la mitad de las mujeres que han sido asesinadas, fue de las propias manos de sus parejas. En los casos de abuso sexual, maltrato y violación, indican que el agresor es alguien muy cercano a su entorno que incluso, en muchísimos casos, ha ganado espacios de confianza y estima en los vínculos más allegados.

 

Sin embargo, cuando hablamos de violencia de género, también tenemos que hablar de aspectos sociales donde el insumo de ciertas sustancias como el alcohol y las drogas a menudo se encuentran presentes en los lamentables escenarios donde la mujer ha sido la víctima.

Podríamos señalar aquí un sinfín de aspectos sociales, vinculares, emocionales, educacionales, culturales, biológicos, etc., que infieren de manera directa o indirecta cuando una mujer es víctima del sometimiento masculino.

Claramente en la actualidad hay encendida una gran luz roja de alarma, donde el estado debería tomar parte activa para proteger y asegurar el bienestar y la vida misma de sus ciudadanos. Posiblemente revisando leyes y penalidades para los agresores, fortaleciendo espacios de educación y conciencia respecto a la salud emocional, la psico-sexualidad de manera masiva y/o particularizada. Implementar un organizado trabajo social que contenga, oriente y brinde soluciones efectivas para aquellas personas que logran pedir ayuda y que, aun así, hoy se encuentran con muchas indiferencias del sistema.

Prevención y conciencia

Esta tarea “debe comenzar en casa”, desde el primer momento de vida y, aún, antes de nacer.

Los primeros años de vida son cruciales para formar la personalidad y sus fortalezas. Si una niña crece en un ambiente donde se la ame, respete y valore por ser quien es y no por su género o condición, tendrá más posibilidades de desarrollarse bajo la auto confianza y auto estima, entendiendo que su vida es importante y valiosa. Por el contrario, si lo habitual en su ambiente cotidiano es la desvalorización, la indiferencia y el maltrato, es posible que crea que es eso lo que le corresponde naturalizando la situación, sin poder discriminar qué es lo que está bien y qué es lo que está mal.

Todo esto, sumado a que en el ambiente familiar quizás también su madre y/o hermanas pueden estar sufriendo alguno de estos indicadores de maltrato y violencia, el posible registro de conciencia y de límites puede estar distorsionado, ya que “el aire que respira”, no le permite ver otra cosa.

Que el ambiente familiar atienda al desarrollo psicosexual del niño o niña desde la primera infancia y adolescencia y conozca la relevancia que tiene la educación en estas etapas, también es un elemento de significativa prevención de la violencia de género.

Con mensajes y acciones claras que ayuden a construir nociones de intimidad, privacidad, identidad, sexualidad, amor, respeto, curiosidad, conciencia, autonomía, valoración por el ser humano y la vida, de alguna manera se estará preparando el terreno, para que las niñas, jovencitas y mujeres puedan ver con mayor agudeza donde están los límites.

Romper el silencio

Construir conceptos para la vida es la gran tarea de los padres y educadores en estas etapas iniciales. Enseñar a declarar lo que “no está bien” y a quién, también puede resultar una herramienta valiosa para defenderse. El silencio en estos casos, siempre resulta un aliado nefasto. Sumado muchas veces al hecho de que cuando la víctima se decide hablar, recibe como respuesta “¿y por qué no lo dijiste antes?”, pregunta que de alguna manera prejuzga sin conocer el padecimiento previo que incluye el temor, la culpa y el sentimiento de indefensión.

Hablar de lo que hay que hablar, invitando a los hijos a la opinión y al debate, en la casa, en reuniones y en la escuela. Comenzar a generar cierta conciencia social, donde no se “tapen los ojos”, cuando se está en presencia de episodios de maltrato o violencia a niños, adolescentes, o adultos. Saber a quiénes se debe o puede recurrir ante episodios de esa índole.

Con plena conciencia de que lo expuesto no alcanza; que hay un sistema que sigue ignorando la profundidad de estos hechos; que hay mucho por hacer para que esta cruel realidad se modifique, considero que es una forma cercana a la posibilidad de todos y empezar a trabajar para erradicar este lamentable flagelo humano.