19
Vie, Abr

¿Cuál es la relación de las mujeres con el trabajo?

Typography

Muchas son las mujeres que en estos tiempos han logrado hacerse un lugar socialmente para desempeñar su labor. Sin embargo, aún existen otras tantas que, tal vez, han priorizado otros aspectos en su vida y han corrido a un costado su deseo o necesidad de desarrollarse en un espacio laboral.

 

Ese “espacio denegado”, “concedido” a otros o a distintas circunstancias, tiene un valor, tiene costo y significado. Por lo tanto, es probable que en algún momento oportuno o no, resurja con diversos sentimientos para recordar que hay algo pendiente, que aún no fue atendido y está esperando su lugar.

Culturalmente y socialmente es esperable que haya mujeres que lleven sobre sus hombros ciertos mandatos y creencias que no le permiten ver su propio sentir, su propia necesidad, y su propio deseo. Anulan una buena parte de su ser, para dar las respuestas que el entorno espera.

Pensamientos culposos del tipo: “¿No estás conforme con la vida que tenés?” “¿No te alcanza con lo que te doy?” ”¿Te querés escapar de casa o de tu familia?”, pueden lograr que una mujer desista de su verdadero sentir y decida enterrar definitivamente una parte de sí, en pos de lo que esperan de ella, quienes la rodean.

Es necesario tomar conciencia que las personas somos integrales y multifacéticas. Esto significa, que tener en la vida un espacio social en el cual desarrollarse profesionalmente, vocacionalmente, solidariamente, etc., resultan significativos para sentirse auto-realizada, digna, motivada, reconocida y valorada.

Todavía en algunos contextos familiares o sociales parecería que el trabajo de la mujer se vería aceptado solo ante una necesidad externa a ella, como por ejemplo la falta de recursos económicos en su familia, pero cuando se trata de una necesidad interna referida al crecimiento personal, el entorno puede calificarlo como un acto egoísta, de abandono o huida, o desinterés y, lo que es peor, de desamor.

Es cierto que en algunas mujeres estos reclamos, puedan tener que ver con su vida. Pero también es cierto que para otras miles, estas manifestaciones pueden ser suficientes para que no se animen a más y se dejen vencer por el temor a ser descalificadas.

El hecho de renunciar a la autonomía, al disfrute que brinda desarrollarse socialmente, a su vocación, a su creatividad, tarde o temprano tiene un costo.

Sentimientos de angustia, indiferencia, inseguridad, desvalorización, enojo constante y resentimiento, pueden resultar como consecuencia de desterrar de manera consciente o inconsciente la idea de dejar aflorar aquellas partes del ser, que son propias.

El delicado equilibrio

Como siempre es lo más complejo de alcanzar, pero no imposible.

Hay realidades familiares y/o circunstanciales que no pueden dejar de ser atendidas y, entonces, la balanza se inclina hacia un determinado lugar a cubrir. En estos casos resulta más fácil la justificación y la consiguiente aceptación del tiempo que el trabajo le demande a una mujer.

Cuando el trabajo resulta de una elección, para lograr que la balanza se regule es necesario revisar cuáles son las verdaderas prioridades de la persona. Así podrá ir acomodando sus horarios familiares, laborales y sociales de manera más aceptable para sí misma y para su entono.

La mujer tiene derecho a sentirse plena en sus multifacetas. Esto demanda un entendimiento, una aceptación, la búsqueda y la construcción de cómo lograrlo.