La igualdad que busca la mujer

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La mujer y su búsqueda por la equidad es un proceso que se viene gestando desde hace décadas. La Ciencia y tecnología, el acceso a la educación y la inserción laboral son aspectos que han influido significativamente, alentándola a buscar nuevos horizontes en defensa de sus espacios dentro de la sociedad. Si bien este proceso marca un cambio, el camino iniciado no estaría resultando sencillo.

 

Algunas veces la resistencia se encuentra en la sociedad misma, pero otras tantas es la misma mujer la que obstaculiza el estado de “igualdad” con sus propias acciones y pensamientos.

A simple apreciación se puede comprobar y afirmar que las mujeres no son iguales a los hombres. En ellas y ellos encontramos marcadas diferencias. Cuando se habla de igualdad de la mujer en relación al hombre, se está hablando de los derechos al reconocimiento y la valoración que permita percibir y vivenciar lo justo para cada uno.

Gestando un cambio más profundo

Sucede que dentro de todo este espectro hay mujeres que piden por la igualdad a “conveniencia”.  Es decir, una demanda dirigida a la sociedad y al hombre, poco fundada donde sus derechos no serían correlativos a sus responsabilidades. Solo cambian algunos criterios o miradas para pedir lo “justo”, olvidando aspectos que tienen que ver con su autonomía y autorrealización para llevar adelante sus propios proyectos.

Cuanto mayor conciencia tenga la mujer de sí misma, de sus capacidades e imposibilidades, de sus deseos, de sus fortalezas y vulnerabilidades, podrá asumirse desde el ser que es y planificar cómo plasmarse familiar y socialmente.

Es necesario educar para la libertad y autonomía, desterrando aquellas creencias que “encierran la desvalorización de la mujer”, algunas veces de manera tácita y otras de manera explícita.

Seguir pensando en pleno siglo XXI que una mujer es astuta si “consigue un hombre adinerado”, es haberse perdido lo conceptual de lo equitativo.

El secreto es educar

“No es bueno que una mujer ande sola”. “Si es hombre, que la mantenga”.  “Para qué va a estudiar o trabajar tanto, sino hace falta”. Éstas claramente pueden ser algunas de las creencias que condicionen y limiten la equidad de la mujer.

Es necesario educar a los niños y a las niñas en aquellos valores que sustentan lo equilibrado. Que tiene que ver con el asumirse, valorarse y respetarse primero a sí mismos y luego a los otros.

La libertad va de la mano de la responsabilidad, lo justo va de la mano de la autorrealización.

La niña como el niño, encuentra en su familia las primeras referencias de su género. Sus afectos más significativos le irán reflejando imágenes que estimularán o desalentarán su desarrollo.

Una pequeña que pueda construir su autoconfianza, podrá construir en un futuro su autonomía, entonces la igualdad que reclama puede ser más tangible.

Para seguir avanzando en el transitar de los derechos correspondientes, se necesitan mujeres conscientes del compromiso que deben construir con su vida y con su entorno.