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Jue, Mar

La Maternidad en la cuarta década

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Puede tratarse del coletón, grumete o Benjamín que llega luego de haber sentido que la familia ya tenía todo los integrantes planificados. Ese hijo que aparece cerca de la etapa en la que creemos que la edad fértil está dándole la bienvenida a la madurez y despidiéndose del cuerpo. También puede ser el producto de una planificación y búsqueda intensa o las ganas de experimentar la maternidad en una etapa de la vida colmada de ventajas. Sea cual sea el origen de la gestación durante la cuarta década, sin dudas merece un análisis singular.

 

Los tiempos de funcionamiento de los cuerpos han ido evolucionando con el paso de los años a un punto tal que los procesos de finalización del ciclo fértil en las mujeres se han ido posponiendo, sea de manera natural o por medio de medicamentos. A causa o como consecuencia de una necesidad planteada por la evolución social de la mujer y su inclusión igualitaria en relación al hombre, nos encontramos con mujeres que postergan sus maternidades en pos de llegar con una preparación profesional y socioeconómica que les brinde tranquilidad. Hay evidentemente una búsqueda racional de preparación para la recepción de uno o más hijos.

 

Lo que popularmente se denomina la preparación del nido es la descripción de una lista de comportamientos que adopta la embarazada previa al nacimiento del bebé. Digo popularmente porque el término nido corresponde a los seres vivos que anidan como las aves, los mamíferos no tenemos esa necesidad operativa porque anidamos adentro de nuestros cuerpos, pero vale la expresión para explicar esta idea.

 

Estos comportamientos están mayormente relacionados con la previsión del descanso y la alimentación posterior al nacimiento del o los pequeños teniendo en cuenta que sobrevienen tiempos de cansancio corporal y necesidades de cuidados tanto para ella como para él o los bebés. Cuando hablo de una búsqueda racional de preparación para la recepción de uno o más hijos me refiero a una versión mucho más sofisticada que la preparación del nido.

 

Quienes llegan a planificar o encontrarse con su maternidad en la cuarta década traen seguramente una larga historia de búsqueda y, a la vez, de postergación. Algunas con parejas que datan de largos años, otras con parejas más recientes y otras sin pareja. Todas tienen algo en común, un cuerpo y una cabeza con, por lo menos, cuarenta años de vivencias, experiencias y sofisticación psicosocial, cultural y profesional.

 

Los años recorridos y las vivencias propias y ajenas suelen ser un buen espacio de consulta interna aunque a veces las hacen pecar por sobreinformación. El exceso de información puede promover miedos y falta de flexibilidad en algunas circunstancias, a veces es recomendable hacer una consulta prenatal simplemente para unificar criterios y desestimar la información innecesaria de ser retenida. Paradójicamente hacer una consulta para tener menos información.

 

Los bebés revitalizan, los cuerpos de mujeres de cuarenta o más que se encuentran expuestas a la actividad con uno o más bebés, devienen más agiles generalmente. Un poco por sugestión y otro poco por esa vitalidad que contagian los bebés sumado al entusiasmo propio del logro de ser madre. Al desafío social de comprobar la funcionalidad del cuerpo, de rescatar la ventaja de niveles de conciencia y responsabilidad.

 

Sin dudas, devenir madre después de los cuarenta tiene múltiples ventajas que se pueden combinar entre los miedos y el camino recorrido. El equilibrio consiste en pretender no saber todo lo aprendido para dejar que la espontaneidad de las vivencias ejerza docencia por su cuenta.