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Jue, Abr

Discriminar ¿Malo o bueno?

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Discriminar, clasificar, ordenar, elegir, segregar y/o rechazar, cuando está referido a lo que uno elige para sí mismo, para su bienestar, para su evolución o crecimiento, no sería una mala actitud. Además, es algo que hacemos todo el tiempo cada vez que decidimos o elegimos. Cuando con “algo nos quedamos”, “algo dejamos o soltamos”.

 

 

Cuando la discriminación pasa a ser un sentir en relación a las personas, es decir “soy discriminado” o “soy discriminador”, la acción de discriminar o ser discriminado puede tener diferentes connotaciones, desde una variedad que va de lo aceptable a lo inaceptable, abriendo en el medio una gran gama de posibilidades. Por ejemplo, si vemos un cartel con una silueta femenina o masculina en la puerta de un baño en un lugar público, sin cuestionamientos sabemos que hay un grupo que está discriminado para ingresar en ese espacio. Si vemos que en las esquinas para cruzar la calle no hay rampa para discapacitados también estamos dejando a un grupo de gente afuera de la posibilidad.

 

Pero las intenciones y las valoraciones son diferentes. Cultural y humanamente una sería aceptable, y la otra no.

 

Es necesario comprender de qué hablamos

Según los criterios que son utilizados para discriminar, esa discriminación daña, molesta, resiente, desvaloriza e ignora. Si estos criterios son los que recaen directa o indirectamente en los seres humanos, duelen, molestan y enojan. Y, ante estas sensaciones o sentimientos, las personas reaccionan de distintas formas donde también se abre una gama de posibilidades, que van desde la defensa a la sumisión.

 

La otra arista de la discriminación. Pertenecer o no pertenecer

Otro de los aspectos, no menos importante, son los propios supuestos y prejuicios que lleva cada individuo de sí mismo, quedando como atrapado en un sentir que es propio, que nada tiene que ver con el resto, y que lo acompaña en muchas circunstancias. Cuando alguien se siente permanentemente discriminado, algunas veces por su mismo accionar o actitud, podemos hablar de una auto discriminación, consciente o inconsciente.

 

Sentirse perteneciente a un grupo social, surge como una construcción interna  necesaria en el ser humano. 

 

Poder identificarse con los otros mediante ideas, costumbres, elecciones o sentimientos, produce bienestar, confianza, fortalecimiento y enriquecimiento personal.

 

El temor a ser discriminados de esos espacios, puede generar distintas reacciones según la persona y su historia. Perder este lugar de identidad y pertenencia puede generar grandes sentimientos de angustia y vacíos de los cuales resulte complicado recuperarse.

 

¿Cómo correrse del lugar de víctima?

Identificar lo que molesta, es un gran paso. Poder plantearlo en el entorno en donde se presenta la situación conflictiva, también puede aliviar, aún cuando las soluciones no lleguen tan rápidamente, el hecho de asegurarse que la otra parte “se entere”, puede significar un segundo gran paso.

 

Fortalecer la propia subjetividad y la propia valoración también puede ser una gran tarea que ayude de manera significativa a producir un cambio favorable.