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Mar, Abr

¿De quién es la cama de los niños o de los grandes?

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En la primera infancia, es muy común que algunas parejas hagan ciertos comentarios tales como: “Dormimos muy mal, se pasa casi todas las noches a nuestra cama.” En respuesta a esta realidad que muchas parejas viven en lo cotidiano, posiblemente no solo los adultos no descansen bien, sino que tampoco el pequeño o la pequeña que ha decidido dormir entre ellos.

Cabe hacer aquí una aclaración, un niño que no descansa bien por las noches, si esto se repite de manera casi constante, es probable que durante el día el pequeño se encuentre de mal humor, fácilmente irritable, tener disminuida su atención, tornarse demandante. Puede presentar alteraciones en la alimentación, (poco apetito), etc..

 

¿Cuáles pueden ser los motivos por los cuales un niño busque la compañía de sus padres a la hora de dormir?

Miedos nocturnos, sentir que no domina el espacio donde “duerme solito”. Esto está referido a que algunas veces los padres no están dispuestos a dejar una luz encendida o la puerta del cuarto abierta, siendo que estas estrategias pueden ayudar a que el pequeño acepte más seguro el permanecer en su propia cama.

También puede guardar relación con ciertos desajustes en torno a la puesta de límites. A menudo encuentran justificación en que ven poco al hijo/a, que trabajan mucho tiempo fuera de la casa, que por las noches les vence el cansancio, y otros argumentos que hacen desvanecer el sostén del límite.  En otros casos, la presencia del pequeño en la cama de la pareja, resulta una buena excusa para, quizás, ocultar otros problemas relacionados con la intimidad de la pareja.

Un niño que “sabe que puede quebrar la regla”, tendrá un sueño liviano, intranquilo, esperando el momento de “mudarse”.

Si este tipo de conducta se repite en  una sucesión de días, podría terminar influyendo en el rendimiento en general.

Por otro lado, considerando que los niños en estas primeras edades se encuentran construyendo su individualidad, sexualidad, intimidad, vincularidad, y siendo la cama un espacio que enmarca afectividad y tipo de relaciones, sería óptimo no perder de vista estos conceptos, puesto que el entorno debe ayudar a comprender y construir.

Cuando ciertos límites no se presentan claramente, podrían generar confusión en las formas vinculares, los roles y la expresión de la afectividad en los niños pequeños.

Convencidos

Adultos convencidos de las decisiones que toman en relación a la crianza y educación de los hijos, es lo que necesita un niño para terminar aceptando ciertas reglas, aunque se revele con ellas. Si los pequeños perciben de sus adultos, dudas, culpa, poco sostén, es muy probable que no desistan tan fácilmente de sus objetivos.

Cuando la pareja puede asumir lo que está ocurriendo y se decide a gestar el cambio, la mayoría de las veces suele alcanzar con informar a su hijito, las decisiones tomadas para que se acomoden con ese límite. 

La pareja y los hijos tienen el derecho y la necesidad de ser respetados en sus espacios de intimidad. La cama matrimonial es un lugar que ha sido elegido para compartir, por personas adultas. Es compromiso y responsabilidad de sus padres que los niños logren construir y sentir su propia intimidad e individualidad.

Cuando se advierte que, por distintos motivos, estos aspectos no pueden resolverse de manera favorable, sería conveniente la intervención de un profesional para la orientación y/o resolución de esta problemática familiar.