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Vie, Mar

Alimentación Saludable

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Si sabemos que quienes han realizado profundos cambios en su estilo de vivir, dan cuenta de expectativas de vida cinco o seis años mayor que la nuestra, ¿por qué cuesta tanto adoptarlos y, sobre todo, sostenerlos?

La pregunta tiene dos respuestas. La primera radica en la falta de información sobre los aspectos que hacen a la prevención y la segunda tiene que ver con el manejo de la frustración ante cualquier proceso de cambio.

El cambio de hábitos conlleva mejorar la calidad de vida pero como no hay nada inmediato ni definitivo, puede desalentar. Lo importante es trabajar sobre la base de la flexibilidad, incorporando paulatinamente pequeñas modificaciones que nos permitan ir ganando confianza para incorporar nuevas costumbres, donde lo prioritario es involucrarse y no estar pendientes de los resultados.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el número de fallecimientos y discapacidades, debido a cardiopatías y accidentes cerebrovasculares, que juntos ocasionan la muerte de más de 12 millones de personas anualmente en todo el mundo, puede decrecer en más del 50 %. Esto sería posible, mediante una combinación de esfuerzos nacionales sencillos, costo-eficaces y medidas individuales encaminados a reducir los principales factores de riesgo: la hipertensión, la hipercolesterolemia, la obesidad, sedentarismo y el hábito de fumar.

Podemos reconocer en el campo científico-médico, investigaciones que demuestran los aspectos positivos de comer bien, hacer actividad física y evitar los ambientes contaminados, en especial por el humo de tabaco. Muchas comunidades del mundo que comprendieron el mensaje pudieron reducir la incidencia de diferentes tipos de enfermedades.

Llamamos hábito de vida saludable a un hecho que se repite regularmente. Y los alimentos son clave para alcanzar una vida más sana.

Si bien es cierto que las comidas que elaboramos y consumimos no siempre son sanas, podemos mejorarlas en aspectos que hacen a la calidad y nutrientes que nos aportan, eligiendo mejor lo que compramos sin incrementar nuestro presupuesto.

Para ello necesitamos repasar qué comemos pero, sobre todo, cómo elegimos los alimentos base de nuestra dieta diaria.

Reconozcamos que una alimentación saludable es aquella que aporta todos los nutrientes esenciales en cantidad y calidad, proveyéndonos la energía que cada uno de nosotros necesita para mantenerse sano, vital y activo. En este sentido, cuando incorporamos a la dieta alimentos sanos, éstos nos aportan nutrientes esenciales para una dieta nutritiva.

De cualquier modo, una dieta saludable no sólo depende de una elección correcta de alimentos, sino también influyen los factores económicos y los hábitos culturales, entre otros.

Pensemos –también- qué lugar nos toca como consumidores. Nuestro compromiso sobre todo es exigir una mayor presencia de alimentos saludables y accesibles en el mercado, acordes a una canasta familiar que debe cubrir las expectativas fijadas en calidad y cantidad de nutrientes necesarios.

Esto sólo se alcanza si logramos una mayor oferta de alimentos, con un Estado que controle precios y que aliente la producción, comercialización y abaratamiento de los mismos, promoviendo aquellos productos beneficiosos para la salud y que son inaccesibles en la dieta de miles de argentinos.

Por otro lado, es preciso detenerse y pensar si nuestra dieta se nutre de la creciente oferta de alimentos elaborados con alto contenido en sal, de aceites hidrogenados, bebidas y refrigerios azucarados. La decisión y selección de aquello que compramos –cuando podemos elegir- nos da la posibilidad de adoptar medidas como consumidores para promover la reducción de estos productos y sustituirlos por otros más saludables.

Un factor excluyente en la conformación de nuestra canasta de alimentos lo constituyen los precios. Estos influyen directamente en nuestras decisiones como consumidores.

Veamos de la lista que aparece a continuación cómo podemos mejorar nuestra elección:

-Planificar las compras de los alimentos para evitar las improvisaciones que ocasionan comidas inadecuadas y un mayor gasto.

-Elegir alimentos frescos.

-Comer alimentos variados cada 4 horas.

-Realizar, por lo menos, cuatro comidas.

-No salir de casa sin desayunar. Evitar largos períodos en ayunas.

-Es necesario consumir diariamente lácteos y alimentos que aporten calcio.

-Recordar que los quesos duros tienen mayor contenido en grasa.

-Consumir frutas y verduras diariamente de todos los colores. Deben estar presentes en ambas comidas.

-Es necesario almorzar, aunque nos encontremos en el trabajo.

-Organizar una comida saludable que aporte energía y sea baja en grasas.

-Cocinar las verduras al vapor con cáscara y con poca agua.

-Consumir las verduras recién peladas (o con cáscara bien lavadas).

-Las carnes rojas, aves y pescados consumirlas retirándole la grasa visible.

-Elegir los cortes de menor contenido graso y retirar la piel a las aves.

-Las carnes frías son una buena opción para quienes comen fuera del hogar.

-Preparar las comidas con aceite preferentemente crudo y evitar la grasa para cocinar.

-Elegir aceites puros de girasol, oliva, uva, maíz, soja, y canola.

-Disminuir el consumo de azúcar y sal.

-Consumir variedad de panes, cereales, harinas, integrales y legumbres.

-Es importante, disminuir el consumo de bebidas alcohólicas.

-Es necesario tomar agua potable durante todo el día. 8 vasos = 2 litros

-Aprovechar las comidas para compartir el diálogo.

-Leer los etiquetados de los alimentos y exigir la información exacta, estandarizada y comprensible sobre el contenido de los productos.