25
Jue, Abr

La importancia de identificar nuestras emociones, sin miedos y sin culpa

Typography

Las emociones son una respuesta psicofisiológica del ser humano en relación a lo que le acontece. Es una forma de adaptarse al medio. Es decir, que todas tienen un significado y un sentido para cada persona al momento de sentirlas y expresarlas.

Sería fácil conceptualizar la idea que si las tenemos y las sentimos tienen razón de ser, por lo tanto las necesitamos. Hay quienes clasifican las emociones en positivas o negativas. Y sin embargo todas ellas pueden resultarnos así, teniendo en cuenta la frecuencia e intensidad con que se nos presentan.

Sucede que sentimientos como el enojo, malestar, furia, tristeza, etc., cuando permanecen por mucho tiempo en la persona, se va acumulando mucha tensión y las conductas que luego se dan en términos de respuestas pueden llegar a ser inadecuadas, agresivas, violentas, abruptas, etc.

Todas estas conductas van provocando incomodidad y malestar a medida que las situaciones superan a las personas. Si fuesen detectadas a tiempo, de manera que les permita resolver y no acumular, serían la suficiente señal para actuar, intentar re-direccionar las acciones, debatir ideas, etc., para generar los cambios necesarios que las alivie.

¿Qué es lo que acumula tensión?

Los conflictos que se van presentando y que no se resuelven acumulan tensión y malestar. Generalmente cuando se actúa de manera exagerada, se debe a que el malestar que se tenía no fue atendido. La situación conflictiva fue minimizada, evadida, pospuesta, y sin resolver. Resolver significa comprender lo que ocurre, poder escuchar y ser escuchado, identificar las diferencias y volver a encontrar nuevos acuerdos que dejen fluir la armonía.

A partir de los nuevos acuerdos las personas, supuestamente, tuvieron la oportunidad de elegir y decidir las nuevas alternativas. Por último, tener presente que tanto el enojo, el dolor y la ira son emociones que pueden ser expresadas con manifestaciones genuinas como el llanto, un tono de voz elevada, un gesto determinante, alertan a la persona misma y a los otros, de que algo no está bien. Son valiosas alarmas que deberían ser atendidas para aliviar aquello que molesta.

Sin embargo, los otros que conforman el entorno, lo último que desean ver es el llanto o la manifestación de enojo de alguien, ya que esto les recuerda a sus propios enojos y sus propias tristezas.

Es bueno llorar cuando hace falta, ya que permite liberar la angustia y restablecer cierto equilibrio, también reconocer el enojo para poder poner los límites con el “tono” que necesitamos para dejar de sentirnos perjudicados.

Poder expresar lo que sentimos sin herir a otros es lo ideal, pero no resignando lo que es preciado para nosotros. Las emociones son todas valiosas cuando las podemos reconocer a tiempo, e identificar qué las provoca, tan solo así podemos restablecer el equilibrio perdido y dar paso a nuestro merecido bienestar.