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Vie, Abr

Aceptar ser feliz es la clave

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Aceptar la realidad tal cual es sería un factor determinante para alcanzar la felicidad y, esta construcción: “la aceptación”,  permite despegar y buscar nuevas alternativas para continuar, cambiar rumbos, crecer y desplegar el potencial individual.

Se sufre mayormente porque no se focaliza en el problema en sí, sino en lo que se piensa de él.

Aceptar no es rendirse, ni dejar de intentar. Es un punto donde se puede ver con mayor claridad cómo son las cosas y con qué se cuenta para lograr el bienestar y los objetivos a partir de lo que verdaderamente se tiene. 

En la vida cotidiana se presentan situaciones no deseadas, algunas veces complicadas, otras veces dolorosas. El sufrir se prolonga cuando no se resuelve y no se determina qué hacer con lo que acontece.

Cuando hay algo que provoca desagrado o incomodidad, es común que las personas tiendan a cambiar o eliminar lo que provoca insatisfacción. Sin considerar que quizás ese sentimiento de frustración o de enojo puede significar el punto de partida de un re-direccionamiento de su propia historia de vida.

Cuando lo que invade es el dolor, que no cede,  ni afloja y se siente de manera intensa sin dar tregua, posiblemente haya algo personal en relación a lo que se ha perdido que necesite ser atendido ya que tanto nos modifica y/o perturba su ausencia.

Saber con qué contamos para continuar es la clave para empezar a sentirse mejor y ser felices.

Estamos en condiciones de afirmar que la insatisfacción, la disconformidad, es lo que muchas veces  permite crecer y avanzar, sea en lo científico, en lo artístico o creativo y, en general, en lo que refiere a sumar aprendizajes en una dosis “adecuada”. También es necesario comprender que quedarse fijado en la insatisfacción puede anclar a las personas en la amargura, el desánimo y en el estancamiento.

Esto de pensar que la felicidad va a llegar cuando sucedan otros acontecimientos, cuando mejoren algunas situaciones, cuando alguien deje o haga una acción distinta a la que viene realizando, de alguna manera, es aplazar el propio bienestar y amparar ese aplazo en argumentos no válidos.

Superar el temor que da el disfrutar, colabora en el animarse a intentar.

Cuando se hace contacto con la alegría y bienestar inmediatamente puede surgir el temor a que se termine o que dure poco. Este sentimiento no permite el gozar lo que acontece en el momento aumentando el grado de insatisfacción.

El sentirse feliz puede ser un sentimiento recurrente en la persona. Como toda emoción no es permanente.

Muchas veces las angustias profundas y aparentemente indescifrables, tienen  su raíz  en sentir que somos víctimas de la vida que se nos presenta. Cuando logramos tomar conciencia que podemos decidir y realizar acciones en pro de lo que deseamos, aceptando lo que vaya aconteciendo, estaríamos abriendo la puerta de un recorrido diferente, que nos dejaría ver las dos caras de la moneda.  

En consecuencia, surgirá  una valoración distinta de la realidad que permitirá disfrutar con mayor soltura el momento, sin anclas y sin miedos.