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Vie, Abr

Cuando los abuelos se aíslan. ¿Qué hacemos?

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Somos seres sociables. Interactuar, relacionarnos con otros afectivamente, comunicarnos con quienes forman parte de nuestra realidad, lo vivimos como una necesidad. Nuestra propia existencia va cobrando significado en esa inter-relación.

En cualquier etapa de la vida ser aislada por el entorno o aislarse por decisión propia en tiempos prolongados, puede ser una clara señal de que algo en el orden de lo emocional no está bien. Y en la tercera edad el aislamiento puede llegar a impactar de una manera desbastadora para la persona.

Estados de confusión, de desorganización temporal, intensa angustia y depresión, pueden ser algunas de las consecuencias de estar o sentirse excluido de los vínculos afectivos o de la interacción con otros.

¿Qué motivos o situaciones pueden favorecer el aislamiento en esta etapa de la vida?

Algunos aspectos pueden ser en el orden de lo biológico, físico o funcional. O la combinación de los mismos.

Las personas que tienen disminuida la vista, la audición, imposibilidad física para moverse o trasladarse y/o alguna enfermedad crónica que limite por ejemplo el tipo de ingesta, o la necesidad de un cumplimiento estricto de cierta medicación que repercute en sus estados de ánimo, atencionalidad, etc., pueden manifestar tendencia a ensimismarse, aislarse del entorno. Algunos argumentan el hecho de no querer molestar, y otros pueden llegar a presentar una especie de reclamo donde dicen “para qué ir o estar si no se me  tiene en cuenta”.

En otros casos puede ser que el mismo entorno los aparte, justificándose con  el malhumor que los abuelos presentan, que según sus apreciaciones no logran disfrutar de nada, que se cansan y todo tipo de argumentaciones que pueden deberse más a una suposición de quienes deberían responsabilizarse del aislamiento.

Cuando la soledad se instala en una permanencia y sin alternativas, es necesario ponerse a pensar a la brevedad cómo generar cambios para socialización e integración de quienes están alejados del vínculo y el contacto directo con otros.

Empezar con algunas estrategias:

A algunos abuelos les resulta difícil darse cuenta de las barreras que están levantando en el contacto con sus vínculos. En estos casos los adultos más cercanos deberían asumir su compromiso, de esta manera estarán previendo que la situación que los abuelos presentan en la actualidad se agudice y/o se sumen otros aspectos.

Una llamada telefónica al día, en distintos horarios. Este puede ser un gran recurso. Si son varios los miembros de la familia que se comprometen a llamar, tratando de no focalizar en los malestares y en las quejas, sino comentando algún acontecimiento del día y demandando la opinión de los abuelos.

Hacer visitas físicas, es decir ir a visitar a sus mayores y pedir que por ejemplo nos espere con ese “cafecito rico” que prepara o con “las masitas” preferidas. Tener la precaución de no faltar a la cita cuando se han comprometido, ya que quizás esa visita sin que se sepa, sea el motor del día, de la semana o del mes para una persona mayor.

No desestimar la posibilidad de enseñarle a usar las redes sociales y la web aunque sea en las maniobras más básicas. Este puede ser un gran estímulo que los ayude a salir de la soledad que padecen y poco a poco los incentive a interactuar con otras  personas.

Comprender los acontecimientos de la tercera edad, acercarnos y ayudar a resolver las dificultades que esta etapa de la vida presenta, no solo alivia a los adultos mayores y les permite sentirse mejor, también los adultos mas jóvenes comprometidos, salen beneficiados porque resuelven la preocupación o la angustia que les genera y además es una manera de aceptar y entender el propio futuro, más digno, mas contenido y acompañado con los seres queridos.