Embarazo adolescente: la educación sexual a prueba

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La adolescencia es la etapa de la vida donde se logra el desarrollo físico y la madurez psico-social. El adolescente adquiere su capacidad reproductiva la cual no se acompaña del desarrollo emocional y social que lo prepara para la independencia y la adquisición de responsabilidades propias de la vida adulta. Así, este proceso asincrónico, expone al adolescente a situaciones de riesgo como el inicio precoz de relaciones sexuales, el embarazo no planificado y las infecciones de transmisión sexual, entre otros.

La etapa adolescente se caracteriza por sentimientos de inestabilidad y desorientación emocional, evidenciado por sentimientos de omnipotencia. Los adolescentes son impulsivos, tienen un pensamiento mágico, se sienten invulnerables, toman posturas erróneas negando la necesidad de protección por parte del adulto. Esto conlleva a una discordancia entre el saber y el hacer que los coloca en una situación de riesgo.

Es en esta etapa donde se dan las primeras experiencias sexuales. El ejercicio de la sexualidad ha cambiado, se modificaron los valores, las actitudes y los cuestionamientos. Por eso es importante aggiornarnos a esta nueva era, abrir nuestras mentes y adaptarnos para poder acompañar a nuestros hijos.

Es importante saber que una adolescente que se embaraza sigue siendo una adolescente y se comportará acorde al momento de la vida en que se encuentre. Si bien desde lo biológico puede ser madre, desde el aspecto psicosocial no está preparada para ejercer el rol materno.

En distintos trabajos de investigación se observa que la mayoría de los jóvenes han iniciado sus relaciones sexuales antes de los 18 años, siendo la edad promedio de 15,6 años en las mujeres y 14.5 años en los varones. Existen diferencias de acuerdo a las distintas poblaciones ya que éstas tienen que ver con la impronta de la cultura, las creencias religiosas, los valores y normas sociales de cada comunidad. Lo más importante es el nivel educativo ya que aquellos adolescentes con menor nivel de educación son los que se inician más precozmente. Está comprobado que a mayor nivel educativo y más información sobre sexualidad, la iniciación sexual es más tardía, con mayor cuidado y responsabilidad.

Existen otros  factores que adelantan el inicio de las relaciones sexuales: las presiones de los pares, los medios de comunicación (televisión e Internet), deserción escolar y el tipo de relación con la familia.

El embarazo adolescente lleva a una perpetuación de la pobreza: deserción escolar, inserción laboral prematura sin una remuneración satisfactoria, asumir rol de adulto sin estar preparado, conformar familia disfuncional, mayor mortalidad para la madre y el niño y mayores riesgos en la salud de los pequeños.

Existe mayor tolerancia del medio social a la maternidad temprana y monoparental.

La falta de un proyecto de vida propio puede llevar a que el embarazo sea el único camino para afirmar su autoestima y buscar una valorización social. Es un mito creer que todos los embarazos a esta edad son no buscados.

Muchas veces el uso de un método anticonceptivo va más allá del acceso al mismo, es frecuente observar que aún teniendo información y acceso al mismo, no lo utilizan. Esto tiene que ver con las características propias de este grupo etario ya mencionadas: el sentimiento de invulnerabilidad, las dificultades para asumir responsabilidades, etc.

La deficiente educación sexual y la persistencia de mitos en anticoncepción también son  factores de riesgo. Los más frecuentes tienen que ver con los efectos secundarios de las pastillas anticonceptivas, como creer que engordan, que te cambian el cuerpo, que producen cáncer, esterilidad o que al suspenderlas producen embarazos múltiples. Todo lo contrario, en estos momentos debemos enfatizar en los beneficios secundarios del uso de la anticoncepción hormonal ya que se usan como tratamiento para diferentes situaciones médicas como las alteraciones y dolores menstruales, menstruaciones abundantes, quistes de ovario, entre otros.

Hay otros mitos con respecto al uso del preservativo que perduran a través de los años: menor sensibilidad, provocar alergia o, usarlos porque salen con personas conocidas y con ello creen estar seguros  que no se infectarán.

El saber de la existencia de métodos anticonceptivos no garantiza su uso, por lo que la educación sexual sistematizada desde los primeros años  escolares es primordial en este aspecto. Por todo esto es que los adultos debemos estar presentes y no cansarnos de informar y educar en estos aspectos, debemos crear los espacios necesarios para abordar esta temática.

La falta de contención familiar y la ausencia de diálogo padres-hijos hacen que muchas veces busquen el afecto en relaciones afectivas con mayor sometimiento. En otras oportunidades repiten modelos familiares.

El pensamiento mágico y las fantasías de esterilidad presentes en esta etapa de la vida son otros factores que influyen en el embarazo adolescente.

Es obligación de los profesionales de la salud educar, informar y proveer los métodos. Sin embargo muchos adolescentes desconocen sus derechos y esto es un obstáculo para su concurrencia a los servicios especializados. Pueden ser atendidos sin la presencia de sus padres y no hay impedimento legal en indicar un método anticonceptivo.

El derecho a la salud sexual y reproductiva es un derecho reconocido en nuestra Constitución Nacional y por leyes específicas como la  Ley de Salud Sexual y Procreación Responsable (25.673/2002) y 19 leyes provinciales.

La sexualidad humana trasciende lo meramente biológico e involucra aspectos psicosociales e históricos que regulan las conductas de los individuos que componen la sociedad.

La prevención de un embarazo no deseado y de infecciones de transmisión sexual en los adolescentes, constituye un desafío que concierne a la familia, a los educadores, a los profesionales  de la salud y a toda la sociedad en su conjunto.